¿Por qué decidió usted escribir sobre la vida y la muerte?
La respuesta más honesta a esta pregunta puede parecer un poco trillada, simplona y evasiva, pero creo que refleja la experiencia de la mayoría de los escritores de ficción: En realidad uno no toma la decisión, sino que la decisión lo toma a uno. El primer paso hacia escribir una pieza, ese chispazo de inspiración, o esa observación que súbitamente desata el deseo de escribir algo, es casi siempre un acto totalmente irracional. De pronto se combinan una idea que parece buena y un deseo de desarrollarla. Creo que no hay un "por qué" para eso. Lo que sí conlleva un proceso racional es el acto posterior de desarrollar esa idea y conferirle, mediante el oficio de escritor, cierta calidad literaria. Luego hay una serie de razones objetivas para decidir si vale la pena o no publicar el resultado. Pero creo que eso es un capítulo aparte.
En fin, lo que pasó no fue que decidí escribir sobre la vida y la muerte, sino que al cabo de varias historias noté que algunas de ellas tenían ese común denominador, así que decidí agruparlas bajo el título de "Las Muertes Normales".
Claro que también hay una respuesta más interesante, aunque no necesariamente más cierta, y es la que tiene que ver con mi estado intelectual y sicológico, lo cual puede ejercer cierta causalidad sobre mis temas al escribir. Esta es mi confesión personal sobre algunas pistas que podrían ayudarles a ustedes a "justificar" mi proceder literario.
Desde niño he sido abrumado por el deseo obsesivo de resolver el dilema de la brevedad de la existencia humana ante la escala cuasi-infinita del tiempo y el espacio. La pregunta "¿hasta adónde llega el tiempo?" que por supuesto nunca pude contestar, ocupaba mi mente con tal violencia que me producía mareos. De todas mis meditaciones infantiles sólo pude llegar a la "conclusión" de que la existencia humana es preocupantemente breve, comparada -por ejemplo- con la de las estrellas, y aún las estrellas, una vez medida su dimensión temporal, también empiezan a parecer efímeras.
Durante mis estudios de ingeniería mecánica me topé con varios conceptos de la termodinámica, la física moderna, y el determinismo mecanicista que de alguna manera marcaron mi manera de pensar. Esto me sigue poniendo en contacto permanente con aquellos cuestionamientos infantiles, a un nivel quizás más técnico.
He sentido estar cerca de morir en varias ocasiones (aunque tal vez en realidad no lo estaba tanto, sí me lo pareció), cayendo de un árbol, en un avión incendiado, un casi choque automovilístico a alta velocidad, una enfermedad que se complicó por un diagnóstico equivocado.
También tengo cierta afición (quizás ya no tanta) por intentar las cosas que me puedan provocar cierto miedo, como acampar al pie de un volcán activo, bucear con tiburones, alpinismo de roca y bungee jumping. Una vez que las logro ya no me atraen, como si simplemente estuviera escalando un paso más de alguna manía, o descubriendo inconscientemente que la respuesta para mis temores no estaba ahí en esa aventura.
Quizás escribir sobre la vida y la muerte fue una manera más de seguir jugando a enfrentar mis propios temores. Si esto es cierto o no, debo dejarlo a juicio de ustedes.
¿Tiene miedo de la muerte?
Sí. Aunque abrigo cierta esperanza de una vida diferente, libre de nuestras aparentes limitaciones materiales y espacio-temporales, libre del "embrujo de Maya", no puedo imaginar siquiera un detalle de cómo sería. Esa enorme incertidumbre me produce un temor muy humano. Es como cuando empezamos a elevarnos en una montaña rusa por primera vez y no podemos ver más allá del punto donde el carro empezará a caer.
Me alivia ese temor la felicidad misma de estar vivo, el hecho inalienable de que a pesar de todo existo, con un romántico sabor a eternidad. Eso me parece una concesión suprema de parte de un universo tan vasto, o de un Dios tan grande, como se quiera ver, una oportunidad tan hermosa que sencillamente no la puedo desaprovechar.
También me alivia saber que persisten en la vida y en la ciencia tantos misterios, como una perenne sugerencia de que sí "hay algo más", tras el velo difuso de nuestras pequeñas conciencias.
¿Fue difícil convertir "Tiempo" de canción a una pieza de literatura?
En realidad no me lo propuse de esa manera. No hubo un proceso de conversión. Ambas obras nacieron de manera independiente, sólo que con muchos detalles en común. Tal vez lo que sí ocurrió fue que la canción "Mientras Caemos", que sobrevino varios años antes, me sirvió para escalar ciertos peldaños temáticos y formales, que luego condujeron a "Tiempo", pero no hubo ningún proceso formal en ese sentido. Al final de este texto les adjunto "Mientras Caemos" para su referencia. Verán que plantea una tesis algo diferente.
¿Cuándo estaba escribiendo "Tiempo", hubo una emoción que quisiera producir en los lectores?
A diferencia de la mayoría de los otros cuentos, fue una experiencia muy personal y quizás hasta egocéntrica. Escribía para mí, no para los lectores. La primera vez que lo leí en público nadie lo entendió, porque no tenía signos de puntuación ni de diálogo. Era como si lo hubiera escrito de un tirón, sin respirar (de hecho así es como concibo la situación del narrador-personaje).
Luego tuve que corregirlo para resolver los graves problemas de comunicación. Cuando por fin resultó digerible para mi círculo de colegas, les pareció ciertamente muy emotivo.
Les puedo decir al menos lo que yo sentía. La emoción más vibrante del cuento es la que despierta el sentir urgentemente que el tiempo se nos acaba, que transcurre cada vez más veloz y amenazador, acabando a pasos
gigantes con la posibilidad de completar la mayoría de nuestros sueños, y al final no nos queda más que dar la vida, engendrar algo, un bebé, un proyecto, una idea, para que los que vengan detrás tengan la oportunidad de "salvarse" de alguna manera, y prolongar sus vidas un poco más allá de donde llegó la nuestra.
Es una perspectiva pesimista en el sentido de reconocer lo efímero de nuestras vidas, pero a la vez esperanzadora y altruista en el sentido de estar dispuesto a donar nuestra existencia en beneficio de las vidas que vendrán luego.
Una emoción secundaria y ambigua, pero quizás hermosa, es la que despierta de pensar que aquel personaje que murió sin dejar descendencia, mientras escribía una manera de salvar al mundo, logró su objetivo. Quizás gracias a él es que nosotros ya nos hemos librado de aquella época de vidas en caída libre, y podemos vivir felizmente sobre la tierra. Esto quizás sugiere una analogía con el sacrificio que hacen los escritores al entregar sus vidas enteras al oficio de la literatura. O quizás esto vale para todos los seres humanos.
¿Es importante para Ud. que sus obras tienen un tema personal?
No. Es un hecho ineludible que mis obras, especialmente las de "Las Muertes Normales", vienen cargadas de vivencias personales de origen real. Pero eso no me parece valioso, me parece una limitación de la que espero liberarme a medida que maduro como escritor.
Lo bueno del uso de la vivencia real es que sirve como base para la creación de imágenes literarias, y cuenta con la empatía natural que siente el autor por ellas. Esto rinde una alta probabilidad de que, entre los lectores, aparezcan algunos con la misma empatía y así la obra resulta más "querible", convincente, emotiva o entrañable.
Sin embargo, me siento mucho más realizado como escritor cuando logro crear una empatía igualmente poderosa a partir de imágenes totalmente ficcionales o al menos externas a mí. Es decir, cuando la obra literaria surge absolutamente (o al menos aparentemente) de la nada. Creo que esto se realiza mejor en mi segundo libro "Del Delirio, las Botellas y las Flores".
¿Cree que los escritores escriben obras más interesantes cuando es un tema personal?
No. Creo que resulta más fácil partir de un tema personal, porque ya toda la información necesaria la lleva uno adento. Pero esto no determina que la obra al final resulte más interesante que una surgida de temas "ajenos". Se dan obras igualmente interesantes en ambos casos.
¿Es posible para cualquier persona hacer un paracaídas?
Sí. Lo que quizás no sea posible es que ese paracaídas le sirva para salvar su propia vida. Quizás los paracaídas que todos vivimos haciendo son para salvar las vidas de otras personas. Además, nunca en el cuento se afirma que los paracaídas sean la salvación, eso es sólo una idea del personaje central, que muere antes de poder comprobarlo. De hecho, la canción sugiere que en realidad los paracaídas lo único que logran es impedirnos vivir, y con eso dan la sensación de que el tiempo pasa más despacio. ¡Lo mejor sería poder volar!
¿Piensa que todas las personas buscan otra persona para formar una pareja? ¿Es posible estar feliz solo?
Creo que la mayoría de nosotros estamos condicionados genéticamente y culturalmente para visualizar el encuentro con nuestra pareja como una meta trascendental en la vida. Como dice el cuento "es lo que hacen casi todos".
Por supuesto hay muchas personas que no lo hacen. Ambas posibilidades pueden obedecer a nuestra naturaleza, o a las influencias culturales del medio. Queda en manos de nuestro poder de conciencia y de nuestro libre albedrío agregar algún factor racional o espiritual en la determinación final, o dejar el asunto "libremente" en manos de nuestros impulsos innatos. Hay una paradoja interesante escondida entre todas estas palabras.
Claro que una pareja, como todo ser humano, es una fuente inagotable de felicidad. Pero creo que es posible ser feliz solo. Es más, creo que antes de buscar pareja, las personas deberían ser capaces de ser felices por sí mismas. Así no fijarían sus expectativas de felicidad sobre la otra persona, no recargarían sobre ella la obligación implícita de hacerlos felices.
Tengo la impresión de que muchas personas intrínsecamente infelices culpan a la soledad por su situación, y buscan por lo tanto una pareja para que resuelva su problema. Esta me parece una manera errada de proceder. Yo prefiero adherirme a la teoría de que la felicidad está en nosotros mismos, y cuando hallamos una pareja, lo que encontramos es simplemente una oportunidad de compartir y potencializar esta felicidad.
En todo caso, sea el amor de pareja un fenómeno bioquímico, cultural o espiritual, nunca deja de ser algo muy bello. Lo más natural sería buscarlo y disfrutar de él.
¿Ha encontrado una pareja?
He encontrado varias parejas con las que he sostenido una relación lo suficientemente profunda como para considerarla trascendental en mi vida. Desde ese punto de vista la respuesta es un sí muy grande.
No he llevado una vida matrimonial y estoy relativamente seguro de que no tengo hijos. Desde ese punto de vista la respuesta es un no muy grande.
El truco de "ser feliz por uno mismo" es paradójico. Por un lado la relaciones son mucho más fluidas, más libres, incluso más felices, pues la felicidad de pareja se suma a la individual, generando así una especie de "superavit", en vez de la "deuda" de felicidad que se adquiere cuando dos personas individualmente infelices se comprometen a hacerse felices mutuamente. Pero por otro lado, puesto que uno ya "sabe" ser feliz, en primer lugar no siente gran presión por una relación fija, en segundo lugar no desarrolla un gran nivel de dependencia con su pareja, así que las relaciones en general tienden a ser más inestables.
En relación con la pregunta, "¿Piensa que todas las personas buscan otra persona para formar una pareja? ¿Es posible estar feliz sólo?," es importante comprender que pareja y felicidad no están altamente correlacionadas (ojalá así fuera). Hay parejas felices y parejas tristes, hay solteros felices y solteros tristes. Hay personas que prefieren decir "aquí estoy sufriendo con este maldito matrimonio, pero por lo menos estoy acompañado", hay personas que prefieren decir "aquí sigo sin encontrar mi media naranja, pero por lo menos soy feliz".
Sus ideas son muy interesantes. ¿Lee las ideas de otros autores? ¿Quién es su favorito?
Muchas gracias. Debo confesar que no me considero un lector tan asiduo como quisiera, pero sí leo las ideas de otros autores. En cuanto a los aspectos formales de la narrativa, los autores que más me han enseñado son Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Italo Calvino, Gabriel García Márquez y Antoine de Saint-Exupéry. En cuanto a recursos poéticos, creo que Pablo Neruda y Laureano Albán me han ayudado mucho. En cuanto a recursos temáticos, debo tener en cuenta a Milan Kundera, Mario Benedetti, Hermann Hesse y Richard Bach por el lado literario, y por el lado científico cabe mencionar a Albert Einstein, Stephen Hawkings, Fritjof Capra, Brian Weiss, Charles Darwin y Jared Diamond. La Biblia también ha sido un recurso importante que no sé cómo clasificar.
En este momento no podría escoger un favorito, parece que vienen y van. En la narrativa siento especial admiración por Cortázar y Borges. En la literatura no ficcional creo que el escritor más talentoso que he leído es Jared Diamond.
¿Hay importancia en el nombre "Mauricio Ventanas"? ¿Por qué eligió usted este nombre?
No le concedo ninguna importancia al nombre, salvo cierta estética mínima y cierta particularidad que ayude a identificar ese nombre conmigo. La elección fue bastante sencilla, "Mauricio" es mi segundo nombre, y mucha gente ya lo usaba conmigo desde antes de empezar a escribir. "Ventanas" es la traducción al español de "Window". "Window" es una evolución final hacia el inglés de los sobrenombres que mis amigos en la universidad usaban para mí. Actualmente firmo mis mensajes para amigos cercanos como Window.
Tal vez algún día inventaré una gran mentira sobre el significado de "Ventanas", como un símbolo de la multiplicidad dimensional y de niveles de sugerencia de todas esas ventanas que apuntan hacia el mundo exterior desde mi conciencia, esa miríada de aperturas luminosas, como estrellas que no fueran más que agujeros en el cielo nocturno, por donde logro mirar hacia afuera del universo desde las profundidades de mi yo lírico, pescar mis historias y mostrarlas luego a los demás.
Tal vez lograría un efecto más impresionante, pero por ahora quise más mostrarme ante ustedes por esta sola ventana, más trivial y verdadera, de un apellido que le debo y le dedico a mis mejores amigos.
Brandon Smead
Bts316@hotmail.com
Kara Traikoff
Ktraik@aol.com
Nos conocimos en el aire
justo antes de la caída
nos amamos al instante
en que saltamos al vacío
Y nos tomamos las manos
pero al acelerarnos sentí frío
luego nos distanciamos
y pude ver qué altura había perdido.
No se puede hacer el amor
colgado a un paracaídas
pero si te sueltas caes
y se te esfuma la vida así.
¿Por qué es tan corta, por qué
la distancia entre el cielo y la tierra?
Desde que empiezas a caer
sabes que no te alcanza el tiempo
no te alcanza el tiempo para nada.
De pronto quiero ser un ave
que se suelta y vuela
quiero convertirme en ráfaga de viento
que se acerca a ti con emoción
y te sostiene en vilo
y te hacer subir
y te hacer subir de vuelta al cielo.
No se puede hacer el amor
colgado a un paracaídas
tienes miedo de caer y en tanto
se esfuma la vida así.
En esta tonta espera
para luego enterrarnos en la tierra
por qué no hacerlo de una vez
y no sentir después que el tiempo
que tuvimos no sirvió de nada.
De pronto quiero ser un ave
que se suelta y vuela
quiero convertirme en ráfaga de viento
que se acerca a ti con emoción
y te sostiene en vilo
y te hacer subir
y te hacer subir de vuelta al cielo.