Si hay una nota constante en los cuatro relatos de este mes, es la del desasosiego. Un desasosiego que obsesiona a los protagonistas, que ocupa sus recuerdos, su imaginación, sus sueños, sus deseos y sus temores.
Delito PREmeditado, de la guatemalteca Araminta Solizabet, es un estupendo retrato del criminal adolescente, un conseguido ensayo sobre la pasión delictiva y el arrepentimiento, un tour de force que combina las trintas clásicas de la novela negra (¿o roja?) con el análisis psicológico, y que, a más de reunir en breves páginas (lo cual es de agradecer) todas las virtudes narrativas de la famosa obra de Dostoievski, culmina su escalada de "crimen y castigo" en un giro final de exuberante humor, que da definitiva redondez al relato...
Entre rutinas, del español Juan Francisco Gómez, igualmente cargado de tensión y suspense, examina con detalle las complejidades morales de la eutanasia, al presentarnos los dilemas que atraviesa un joven programador de computadoras encargado de desarrollar el software necesario para acortar la vida de un enfermo terminal sin la intervención de terceros. El relato presta especial atención al detalle y se concentra en el análisis de la angustia del joven héroe, quien, añorando los tiempos en que las fronteras entre el crimen y la inocencia estaban más claramente demarcadas, hace denodados esfuerzos por ser declarado culpable, con escaso éxito.
Jornada, del mexicano Carlos Ramírez, sitúa su acción en los trenes subterráneos de la ciudad de México. Los protagonistas son una joven pareja de ciegos que inicia, como todos los días, su andadura por los túneles de la gran ciudad, para ganarse el sutento gracias a la música. En este caso, el desasosiego consiste en el temor que anida en la mente de la joven heroína cuando su amado desaparece entre los andenes. "Jornada" es un relato intimista y delicado que perfila con sobrias líneas el carácter de sus protagonistas y que, pese a lo específico de su tema, analiza sentimientos y situaciones bien universales, con las que no le costará mucho al lector el identificarse.
Por último, Marilyn Tango, del argentino Ernesto Mallo, es, como su título indica, un canto a la melancolía y la nostalgia, y constituye una ficción bien pergeñada sobre lo que pudo haber sido y no fue. El marco de la acción es Buenos Aires y la ocasión es la breve estancia en la ciudad de la mítica Norma Jean, en ciernes de convertirse en Marilyn Monroe. La diosa del celuloide y el narrador de la historia se encuentran por casualidad una noche... y se despiden al día siguiente. ¿Y qué pasó entre tanto? Bueno, si quieren saberlo lean el cuento.
De entre todas las historias de este mes, ésta será la que más fácilmente ayude al lector a encarar sus desasosiegos con entereza, y por ello decidimos colocarla al final de esta primera entrega del verano. Ojalá que les saquemos una sonrisa.
José Luis Martín
joselmartin@hotmail.com