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El dilema de un día [FOTO]

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Hace tiempo que, viendo como transcurría la vida de una insignificante araña, empezó este soliloquio.

Era una tarde cualquiera, de esas que uno nunca tiene recuerdo de cómo cayó el atardecer... miraba hacia el horizonte infinito, a través de mi lúgubre ventana, que por cierto se asemejaba a un panal de abejas, debido a las innumerables rutas geográficas que había entretejido mi amiga la araña... no me importaba en lo mas mínimo que el reflejo mortecino de la tarde, me llegara cuadriculado o romboide.

Había sentido que este arácnido ser deseaba decirme algo, ¡un no se qué!. Había estado escribiendo en mi computador, temas sin lógica, vacíos mensajes a un submundo de mi ser; fue cuando hastiada de mi propia incipiencia, dejé de escribir para acercarme a ver el llegar del anochecer... descubriendo a mi no invitada huésped. Al verla, me reí de ella y su estúpido trabajo, tejer y tejer... había hecho una maraña de circuitos interminables, tratando de parecerse al Laberinto de Creta, fue en esos momentos que me detuve a pensar en ella y en mí; empezé a hacer comparaciones...

Quería que ella pudíese entender mi lenguaje, o en último caso, digo en último caso, entender yo el de ella. Decidí acabar con su arácnida vida... sin embargo, pude ver su mirada, ¡Sí, su mirada! (ya sabía por mis estudios escolares, que este ser es muy sensible, pero nadie me dijo alguna vez que también podían mirarte fijo a los ojos... HIPNOTIZARTE). La zapatilla que yo llevaba en mi mano, como arma poderosa, terriblemente fatal, pasó de nuevo a cubrir mi desnudo pie. Sentí una ternura infinita por aquel ser tan minúsculo. Pensé: "No tengo derecho a quitarle la vida, tan sólo porque no me cae bien...", total, ¿dónde estoy?, ¿qué hago?, ¿qué soy?

La miré, me acerqué a ella, tratando de comunicarle mis sentimientos de solidaridad. Ella estaba aterrada, me miró con sus ojos microscópicos, suplicándome que no la matara. Me sonreí, pero ella tal vez vió todo lo negro de mi humanidad, se enroscó y enroscó al punto de llegar a convertirse en un puntito negri-rojo. "Estás muerta" me dije. Me apoyé en mi lúgubre ventana, pensando en todo lo que le quize decir y no pude por su muerte temprana... eso pensé. Me arrecosté en el alféizar que ella habia destinado como el suyo propio, tratando de comprender y ver todo lo que había yo sentido en esa tarde cualquiera... adormité, hasta caer suavemente producto del sueño en el suelo.

Mi sueño era tan asombrosamente real, tan terroríficamente fantasmal. Ella estaba allí, vestida de reina. Yo era una simple araña, mansa y obediente a sus órdenes. Yo tejía una de sus recámaras nupciales.

Desperté adolorida en el hombro derecho, tenía un piquete sanguinolento en él. Luego, estaba ella allí, radiante, riendo, gritándome: "¿Creías que había muerto?, ahora tú me perteneces", díjome ella con voz aracnil. Mientras que yo trataba de salir del sopor en el cual me encontraba, reconocí que yo estaba alucinando, ella era tan sólo una araña y yo un ser humano.

Ese trance era doloroso, su traición malévola estaba haciendo estragos. Debía pensar... "YO SOY UN SER HUMANO...ELLA SOLO UNA RIDICULA Y ESTUPIDA ARAÑA". Me incorporé lentamente como recogiendo todos los sinsabores de mi vida; aletargada por su ponzoña, decidí jugar mi última carta. "Dime", le dije con la mejor voz que pude obtener en mis momentos de estertor... "dime, si puedes, ¿Por qué has traicionado mis sentimientos?, te dí una oportunidad, creí enteramente que eras un ser noble, y me has dado la daga en la espalda, dime... ¿A tono de qué me pagas así?"

Ella sin inmutarse respondió: "Fuistes tú, la que primero me enjuiciastes, tan sólo porque tu tamaño te hacía superior, yo no podía volver a creer en ti... yo quise creer en ti, pero tu mirada malévola, asesina, me hizo pensar: "SI LA DEJAS VIVIR... ELLA TE MATARA...", por eso me dije a mi misma: "DEBO MATARLA, ANTES QUE ELLA DESPIERTE". Terminó diciéndome... "yo no puedo creer en ti".

"Amiga, te suplico, no me dejes morir sin conocer tu sabiduría, siento tu veneno letal cómo corroe mi existencia, antes de dejar este mundo, dime por favor... dime, cómo... ¡Ag!, lo siento, tu veneno me está llevando a suerte mayor".

Ella se sentía tan señorona, tan dueña de sí misma, gozaba mirando como su obra hacía camino a mi partida. La vi tan grande... me sentía cada vez más pequeña, había una lucha interna en mi diabólico fenecer... yo no estaba preparada para morir, no a pesar de que mi vida no había tenido un valor substancial, a pesar de que no desaté cánones estúpidos para poder ser yo misma. Quería vivir y destrozar ese absurdo y cruel insecto que había osado engañarme, engañarme como tantos otros los hicieron.

Algo superior a mi propio esqueleto, desató un furor dentro de mí, casi yerta en el suelo de mis últimos suspiros, me acerqué quedamente a ella... y le dije con mi voz ultratúmbica: "TENGO ALGO QUE DECIRTE"; ella se acercó mas, confiada a mi próxima muerte, y en el último arribo hacia el aire de mi mano la derribé. Empezé a reir moribundamente hasta que el morir llegó a mí.

Desperté, estaba frente a mi computador, no sabía en que momento me había dormido. Me reí de mi fantástica pesadilla. Sólo fue un sueño me dije. Retomé mi escrito, "El dilema de un día", volteé hacia la ventana que estaba tras mío, vi una inofensiva araña, la saludé y continué con mi cuento.

Inesperadamente sentí una palmada en mi hombro, no recuerdo cual... miré al punto de la sensación, el izquierdo, el derecho, no había cuerpo humano... YO ERA LA ARAÑA... Y ELLA EL SER HUMANO.

Amparo Tello, Perú © 1995

atello@provide.net

Amparo Tello Fuentes nace en la ciudad del Callao, Lima, Perú, el año 1956. La afición a las letras la muestra desde que aprendió a escribir; a la edad de 7 años escribe "El ogro y el hombre".
En el tercer año de Secundaria, gana el primer puesto en el concurso de novela corta convocado por el colegio donde cursó todos sus estudios escolares, "Santa Isabel de Hungría", con la novela "Esquizofrenia". A pesar de su gusto por la lectura, y afanes de escribir, equivoca su carrera estudiando Arquitectura, carrera que dejó inconclusa en el cuarto año. En su búsqueda, ingresa al grupo de Creación Literaria en el Museo de Arte de Lima, conjuntamente con Clases prácticas de Teatro; ingresa en el segundo puesto a la Escuela Nacional de Arte Dramático de Lima, pero ya la responsabilidad de criar dos pequeñas hijas, la obliga a deshacerse de otro sueño. Sintiendo que la mayor parte del tiempo lo ha perdido en recovecos de identidad, es que decide retomar en forma autodidacta sus estudios literarios. El año 1990, va con su familia a Estados Unidos, y dedica su tiempo libre en devorar libros. El año 1992 obtiene mención honrosa en World of Poetry con el poema "WHAT IS THE DEATH". El año 1993, obtiene el Tercer Puesto en el Concurso convocado por el Instituto Nacional de Cultura Peruana de Miami, con el cuento corto "La Puerta".
Amparo Tello, sabe que el camino es largo de recorrer, y sigue disfrutando y aprendiendo de maestros como Vallejo, Borges, Quiroga, Sartre, Ribeyro, Camus, Kafka. Aún abriga el sueño de estudiar Literatura en la Universidad, apoyada en ese sabio dicho: "Nunca es tarde para aprender".

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