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La llovizna y el tiempo

No llueve sólo de arriba para abajo. Si uno analiza las cosas, luego de un rato descubre que se trata de una respuesta proactiva arriba-abajo, abajo-arriba. Y les quiero contar de qué manera descubrí el asunto. Un poco fue casualidad, otro poco algo de reflexión (mínima, eso sí) y una buena dosis de llovizna que me cayó sobre el cuerpo en las diez cuadras que me separaban de dos trámites distintos en la ciudad.

Con mi paraguas oscilante por causa de un viento fastidioso, el abrigo empapado y los zapatos cargados de húmedas gotas, mi estado de ánimo se complementaba a maravilla con el entorno circundante. Y entonces, mientras lanzaba alguna maldición, mascullada en voz baja, comprendí todo.

Tenemos nubes porque hay oxígeno, somos humanos porque hay oxígeno, hay follajes y árboles porque hay oxígeno y la llovizna viene a equilibrar, cada tanto, la desmesurada actividad de tantos cuerpos y acciones en interacción, desintegración, maduración y recomposición permanentes.

La llovizna nos hace recordar. Nos moja, nos molesta, pero también nos recupera en alguna glándula olvidada y oxidada de nuestra humanidad que persiste, pese a todo. El clima callejero se vuelve intimista, licúa las aristas de los días normales, motiva deseos olvidados en el fondo de algún arcón de la abuela lejana. A mí particularmente me recuerda la casa de las lanas, las agujas de madera y la pañoleta de mi tía Vera. El aire humedecido me retrotrae a los días de lluvia en mi escuela suburbana, cuando todo era levemente caótico. Faltaban los maestros, la docente que hacía acto de presencia nos juntaba a todos los proscritos de otras aulas sin guía y nos conducía a leer libros de la biblioteca infantil. Repiqueteaba el agua en los techos de chapa brindándonos una deliciosa sensación de estar protegidos frente al mundo y acompañados de los héroes de cuentos que se asomaban en cada página.

El problema mayor se suscitaba por la pobreza de nuestra indumentaria escolar. Sólo tenía un guardapolvo y con la lluvia era imposible lucir una presencia prolija por mucho tiempo. Dejemos de pensar en tonterías, dije para mis adentros mientras sorteaba un charco barroso justo frente a mí. Recordé gentilezas de otro tiempo que hacían mención de los galanes que tiraban la capa a los pies de la dama para, según decía la canción “hacerme un relicario con el trocito de mi capote que haya pisado tan lindo pie”. Igualito que ahora, suspiré, mirando a mi alrededor. Y entonces surgió la segunda certeza. Si debo decir algo de la llovizna es que depende del contexto, igual que cualquier otra circunstancia de nuestra vida. Cada época vivió y pensó la llovizna desde su irrepetible momento, desde ese alrededor que motivaba los pensamientos, avivaba los imaginarios y conectaba los simbolismos en un encadenamiento propio, singular e irrepetible.

Luego, empujé la puerta giratoria del Banco para hacer el depósito por una compra on line.

Irene Mercedes Aguirre, Argentina © 2016

aguirreirene@gmail.com

Irene Mercedes Aguirre nació en la ciudad de Buenos Aires y actualmente reside en Avellaneda. Desarrolla en forma paralela actividades académicas como docente e investigadora universitaria de grado y posgrado y es también escritora con una vasta producción literaria y de crítica de arte.

Sus poemas, cuentos y relatos se publican en libros, revistas virtuales, blogs, medios periodísticos impresos y digitales y en antologías, tanto en Argentina como en diversos países de habla hispana. Pueden citarse Relatos en Libertad, Asociación de Escritores de El Campello, Alicante, España, 2013, y Liberando las palabras, 2014; Ocho minutos y Las puertas de la tierra y Memoria del Océano, Todas las Artes, Argentina, 2013, 2014, 2015. Es considerada una poeta argentina y universal por sus enfoques planetarios, sus poesías por la Paz y ha sido incorporada a múltiples antologías en México, Estados Unidos, Perú, Colombia, España, Portugal, Alemania, Israel, Francia y se traducen sus textos a otros idiomas.

De sus obras individuales podemos citar: Mi ser en el tiempo (1989); Mirador de Dos Mundos. Quinientos luego (1492-1992), Ediciones Amaru, Buenos Aires; Ventanal a tres tiempos, Ediciones Amaru, 1991; El sueño de los héroes, Ediciones El Escriba, Buenos Aires; Territorios del alma, Ediciones La Ciudad, Buenos Aires, 2000; Pater Nostrum, Ediciones Amaru, Buenos Aires, 2007, entre otros.

Ha recibido Primer premio cuento breve, concurso Eugenio Zagarzazú, 2002; Primera mención por cuento breve Concurso Bernardo O’Higgins; Segundo premio Primer Certamen Literario de la Mujer, Secretaría del Menor y la Familia, La Plata, Premio Letras de Oro de Iberoamérica 2014, Los Ángeles, California, Congreso Mundial de Poetas de Hispanoamérica CUPHI III; Premio Faro Universal de Paz, otorgado por la Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas (SIPEA), México, 2014; Premio Santa Clara de Asís 2014, Buenos Aires, Liga de Madres de Familia; Cinta azul bienal de Honor bienio 2000-2002, Asociación de Escritoras y Publicistas Católicas (ASESCA) y ha sido finalista del Premio Mundial Fernando Rielo de Madrid, España, en 1998, 2002 y 2014.

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