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Un niño pobre y mutante

Hubo un tiempo en que fui niño. Recuerdo que tenía cosa de diez años cuando ya me manejaba seguro con el vocabulario. Tenía aprendidas, ya muy bien, todas las palabras decentes y las otras de todos los niños de mi barrio. Pero, sobre todo, debo agradecer a los cómics por haber elevado mi educación léxica hasta las cotas más altas a las que puede aspirar un niño plebeyo. En esta tarea también colaboró activamente mi tío Eustaquio; el cual era conocido por el nombre artístico de "Don Próculo". Este tío, por parte de madre, iba por las aldeas y los caseríos vendiendo hojas de afeitar, mecheros, peines, y otros adminículos del aseo. Para atraer a las masas pueblerinas se servía de su palabra rápida y potente y en un momento conseguía un corrillo a su alrededor. Tenía miedo mi tío que se pudieran perder las habilidades artísticas y verbales con las que fue dotado por la madre naturaleza.

Y por eso trataba de hacerme una transferencia, ilegal creo yo, de aquellos divinos dones. Sea como fuere. Ilegal o no. Con mi tío conseguí enterrar, bajo diez metros de tierra, la timidez que me afectaba y un ligero tartamudeo. Y a tanto llegó mi soberbia que tuve el atrevimiento de ponerme a escribir una novela. Una cosa, en verdad, de la que deben estar excluidos los desheredados de la fortuna. Y allí estaba yo, dale que te dale, con el lápiz. Estaba escribiendo una novela ambientada en los Alpes. Pues siempre tuve el defecto de poner mis ojos en las alturas, a pesar de vivir en un llano. Ya llevaba cosa de ocho o diez páginas cuando un niño chivato le dijo al maestro: "Don Segismundo, Arturito está escribiendo una novela". Don Segismundo era un hombre que se indignaba ante las cosas intolerables y se escandalizaba de la velocidad con que se estaban perdiendo las virtudes cívicas de nuestro pueblo.

Me miró con ojos muy severos y me dijo: "¿Es eso cierto, Arturito?" Yo temblaba de miedo y al tiempo mantuve, durante algunos segundos, un leve conato de soberbia y orgullo. "¿Dónde está eso que estás escribiendo?", preguntó el maestro. Miró en mi mesa y allí estaba el cuaderno. Se fue a su escritorio y se puso a leer. Al cabo de un rato me dijo: "Es una vergüenza que al copiar esta bella historia hayas puesto tantas faltas de ortografía. Debería castigarte por esto. ¿De dónde lo has copiado?" Yo le dije que lo había inventado yo solito. La cosa se puso en él que no y yo que sí. Y se formó un cierto guirigay insólito. En algún momento, las cosas se pusieron tensas. Estaba desafiando impunemente a una autoridad civil. Eso era algo que no se podía tolerar. "¿Me vas a decir de dónde sacaste el libro?" Y yo vuelta a decir que no. El bueno de Don Segismundo, no tuvo otro remedio que darme dos potentes bofetadas, no sea que cundieran estos malos ejemplos. Luego, con más calma, añadió: "Esto de leer está bien porque así lo ordena la autoridad, pero eso de andar escribiendo cosas que no sean un dictado, es algo que no se puede permitir. ¡Hasta ahí podíamos llegar!"

Esta aventura me hizo muy popular entre los chicos del barrio. Ahora me respetaban y me saludaban. También me sonreían y les gustaba platicar conmigo. Ya no les importaba que tuviera aquel aspecto tan canijo.

Y se olvidaron de aquella mala costumbre que tenían de darme empollones y de insultarme. Y cuando había alguna duda sobre el uso de las palabras acudían a consultar conmigo.

Esos dos sonoros bofetones fueron mi primer premio literario.

Leopoldo Perdomo, España © 2000

lperdomo@geocities.com

Autor de formación autodidacta. Trabajó durante años en la Compañia Telefónica de España; ahora está jubilado. Es autor de "Niños Inteligentes y Felices", libro sobre la psicología de la inteligencia, desarrollo de la inteligencia en los niños, publicado por Editorial Pirámide SA, de España, Madrid, en 1998. También tiene inscrito en el registro una obra titulada "AFRODISIA", con fecha 4 de febrero de 1997 y número 1997/26842. Se trata de una obra llena de ironía que habla del amor desde la perspectiva de un viejo marino ateniense de los tiempos de Pericles. Actualmente está trabajando en una novela.
Pueden visitar su hoja en la red: www.geocities.com/Athens/Agora/3938/Afrodisia.html

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