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Noche de lluvia

Mario el cuarentón sentado ahí detrás del mostrador a las 3 de la mañana sigue pasmado con la oscuridad  de afuera y la lluvia y los truenos de aquel día. Últimamente ha estado pensando demasiado sobre El Salvador, la guerra, sus hermanos muertos. Este trabajo le da mucho tiempo para sentarse a pensar.

De repente un carro para frente al Macs rechinando sus llantas. Baja y entra rápidamente a la tienda un hombre. No tiene buena pinta este cabrón… Jeans azules, sucios, botas de construcción punta dura, bate de baseball en la mano diestra… media panty como mascara en la cabeza. Puta madre… Mario presiona disimuladamente el botón de emergencia.

   -“¡Give me all the fucking money bitch… now!”

   -“¡No money, este… today nobody buy no thing”

Mario abre la caja y saca 40 dólares que pone sobre el mostrador. El hombre se acerca, arrebata los 40 dólares y levanta el bate precipitándolo sobre la cabeza de Mario.

   -“I said give me all the fucking money man!”

y de nuevo el bate sube, baja. En estos segundos (espacios temporales tan relativos) Mario piensa fugazmente en sus tres hijos, su esposa Dolores. La sangre ahora le brota por la frente. Se deja pegar una, dos, tres veces. Y entonces como de relámpago le cae la imagen vaga de su hermano muerto: la camisa cuadriculada que lo identificaba de entre los cuerpos de la fosa. Invadido de repente por una inmensa furia incontrolable, arrebata el bate. Con la fuerza de sus brazos, que han pulido pisos ya 10 largos años acá en Canadá, le llueve al gigante enmascarado con lluvia torrencial y relámpagos incontenibles. Furioso, loco, vengativo, llora y ríe y logra finalmente la caída del asaltante. Le quita la mascara para ver la cara detrás de la mascara, pero solo le parece otra borrosa mascara. Trata de grabarse en vano la cara del asaltante en su memoria, pero el mareo lo derrota y cae.

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A Chito ya lo habían capturado por haber organizadazo algunas protestas estudiantiles. Había estado 2 meses en la cárcel. No tenia mucho que había salido y vivía para entonces siempre escondido; la guardia lo andaba buscando.  En esta noche de lluvia, Chito había decidido partir pero no antes sin hablar con el hermanito.

   -“Mario, zipote, despierte”.

El niño Mario, niño delgado de tez blanca y ojos negrísimos, despierta. Un trueno alumbra momentáneamente la choza de adobe oscuro. Chito lo guía hacia fuera y otro trueno le permite observar los ojos oscuros del niño.

   -“Oye vos, pues me estoy hiendo. No me puedo quedar. Pueda que me vengan abuscarme y…”

Otro relámpago lo interrumpe.

   -“no se si regrese, pero le desperté para que usté me haga unas promesas… ¿me oyó?”.

Promete ser un buen muchacho (no tocar las drogas, estudiar mucho) y observa a Chito partir, como tantas veces a la media noche, desapareciendo a la lluvia de la oscuridad.

Y dos meses mas tarde mandaron a llamar a los padres para identificar el cuerpo. Tenían a Chito en una mesa metálica cubierto por una sabana blanca manchada. El padre, un humilde sembrador de tabaco, lloraba intensamente triste en los hombros de la madre. Y la madre con mucha calma solo decía:

   “Se equivoca señor. No señor este no es mi hijo”.

Chito sin embargo, hijo de alguna madre tenía que ser.

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La tienda Macs está abierta las 24 horas del día y a Mario le toca el turno de la noche. La tienda tiene grandes ventanales que dan la cara al estacionamiento. En este lugar, en los afueras de los suburbios (los afueras de los afueras de la ciudad), no vienen mas de 10 almas por noche.  Son las dos de la mañana y Mario está sentado tras el mostrador del Macs mientras que sus tres hijos y su esposa Dolores están en el mismo instante, tranquilamente durmiendo en la casa. Mario mira pasmado hacia la oscuridad de la noche. Acaba de preparar café, había barrido los pulidos pisos de la tienda, y ahora se sentaba a ver una revista cuando la oscuridad  y la lluvia de afuera se lo tragan.

Las luces de un vehículo pasan lentamente por el estacionamiento y prontamente desaparecen. Mario se para. Camina hacia los ventanales. A 500 metros, las luces rojas del vehículo… ahora  verdes… regresa…  pasa de nuevo por el estacionamiento… sigue de largo, sale del estacionamiento… perdiéndose en la oscuridad. ¿O acaso no se habrá parado ahí  apagando las luces?

Y a Mario de repente le viene el miedo. Su mente lo traiciona y lo inserta errante, como un insecto, de vuelta en esos tiempos: los cuerpos en el rió, en las calles, el tatatatatata tatatatata de las metralletas reviviéndose en ecos vivos de su cráneo. Mario se aleja rápidamente de los ventanales… del mostrador. Camina con prisa entre la hilera de revistas y la hilera de comida chatarra. Entra por la puerta trasera (“Employees only”)  cerrándola inmediatamente. Levanta la bocina del teléfono y marca el número de su casa en menos de dos segundos.

Dolores duerme siempre atenta al teléfono que está junto a la cabecera. Mario le llama por la noche.  A veces le pide que le lleve comida (alguna sopa caliente con tortillas chile y limón). Otras veces la llama para seguir alguna discusión, o para culparla con groserías a gritos de alguna infidelidad que ella haya cometido en algún sueño  de él. Otras ocasiones llama solo para disculparse torpemente por haber sido como es; tan absurdo. Aun adormilada, con  los ojos cerrados, Dolores agarra de puro instinto el teléfono antes que dé un solo chirrido completo.

   –“¿Qué pasó amorcito?” Dolores se rasca la cabeza.

   –“Dolores… despierta, creo que me están buscando”.

Dolores aun todavía adormilada se pica la nariz con el dedo chiquito.

       -“¿Quien esta buscando?”

       -“Do… lores… chingada madre, me vienen a matar como a mi hermano”.

Dolores más alerta se sienta al borde de la cama y prende la lámpara que había comprado en una venta de garage. Se la compró a una Canadiense que por deshacerse de tantas cosas, se la vendió por tres dólares. Falta pasarle un plumero…

   -“Mario, papacito por favor… cálmate…”

   -“Como quieres que me calme… no estoy diciendo que…”

   -“¡Mario, papacito vivimos en Canadá desde hace 10 años! Tu saliste delSalvador a los 17 años y esa guerra ya no existe amorcito… por el amor de…”

Mario oye el timbre que suena cuando se abre la puerta principal del Macs... se queda inmóvil, estupefacto, ante el sonido de los pasos en la tienda mientras. La bocina sigue sonando con la voz rítmica y lírica de Dolores.

   -“Hello… ¡hellooooo!” es la voz nasal de una joven.

   -“Fuck… this is weird… there's nobody here… lets get outta here.

Esta vez es la voz de un muchacho.

   -“Hello, anybody here?”

Mario entra por la puerta con mucho cuidado buscando señales de traición, pero solo ve los refrigeradores con sus puertas de cristal y el piso brillante que acababa de barrer. Emprende el paranoico camino hacia el mostrador donde dos jóvenes canadienses lo esperan impacientes.

   -“Een what kan help?”

   -“Dumaurier extra light… please.”

zipotes… cabellos pintados de morado y verde, aretes en la nariz y en las cejas, camisa con calavera… ojos jóvenes y absurdos… huelen  a marihuana.

   -“Do haf aydee?”

Mario verifica la edad: 19 años. Se da la vuelta señalando una cajetilla cualquiera.

   -“these?”

   -“No, Dumaurier extraaaa light”.

Mario señala otra cajetilla.

   -“These?”

   -“No, down… left, yup that's it.”

Y un minuto más tarde, Mario está de nuevo solo. Ahora otra vez sentado detrás del mostrador, observa su reloj…la manija de los segundos moviéndose precisa al compás preciso del tiempo 2:30… ¡Dolores, hijo su! De resorte se levanta y caminando tras la puerta trasera (employees only) levanta la bocina del teléfono.

   -“Dolores… ¡Do..lo..res¡ estas ahí?” No oye nada más que la respiración profunda de Dolores.

   -“¡Dolores! chingada madre, despierta”

   -“Amorcito…” Dolores rechina suavemente los dientes. “¿Que pasó?”

   -“ Nada…” Mario responde cortante y de nuevo el silencio. “Dolores…”

   -“Si aquí estoy… dime”.

Esta vez Mario se queda callado. “amorcito perdóname es que tengo sueño, estuve trabajando todo el santo día y hoy…”

-“Que no te importa lo que me pase a mi. Ya sé… Nunca te he importado”

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Dolores ya conoce muy bien este juego y logra calmarlo en menos de cinco minutos. Cuelgan y se duerme otra vez logrando soñar que su padre aun vive. Al despertar se descubre asimisma buscando, desesperadamente debajo de las almohadas y por entre las cobijas, a su padre diciendo;

   “papa, ¿Dónde está mi papa? ¡papa… papa!”.

Mira el reloj: las 5. Su corazón bate fuerte entre sus sienes… y pasa un segundo… y el teléfono suena… rompiendo el encanto.

   -“¿Mario?...”

Pero no era Mario. Era una enfermera de emergencias del hospital general.

Antes de ir a trabajar como suplente en una high school, Dolores llora junto a Mario. Le aprieta y le besa la mano, y permanece ahí sentada junto a la cama del hospital. Mario en el mismo momento sueña un sueño muy bonito. Sueña que había sido un buen padre, un buen esposo. Que sus amigos de infancia no estaban bajo tierra o esparcidos en el mar. Sueña que de noche se mece en la hamaca mirando al crepúsculo brillante, fumando el tabaco de sus tierras de su padre en  una pipa. Sueña con garrobos y mangos verdes. Se sueña a sus 16 años de edad sentado sobre el pasto caliente que crece junto al rió de Chalatenango. Y a su lado esa bella niña de 19 años, Delia, si… así se llamaba esa zipota. Ahí ella tratando de seducirlo… a ese niño Mario con ese miedo tan tierno, tan inocente.

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Felipe Quetzalcoatl Quintanilla, México, El Salvador, Canadá © 2006
sgt_quetzalcoatl@hotmail.com
prof.quetzalcoatl@gmail.com

Sobre el autor
Felipe Quetzalcoatl Quintanilla, n. 2 sept 1981 Ciudad de México. Con sus diez años de edad llega a Toronto Canadá en 1991. De niño escribe su primer poema sobre el color negro; "black is the color of the night, black is the color of the bat that flies in black night… black"… Tras haber exhaustado todas las posibilidades posibles (astronauta, sacerdote, doctor, conserje, lava-trastes, cocinero, pizza delivery boy, operador de teléfonos, paramédico militar, incluso hasta estudiante universitario de artes) decide dedicarse a la poesía y a novelas que nunca termina. Ahora estudia en la Universidad de Western Ontario y es tambien editor del sitio vanguardista de literatura www.poesia-sexo-marihuana.com
Para leer su biografia completa haz click bajo www.poesia-sexo-marihuana.com/quetzalcoatlbio.html

Sobre el cuento "Noche de lluvia"
Me interesa describir la vida del immigrante. Trato de explorar las memorias colectivas que llevamos cargando, al igual que las realidades tan extrañas que vivimos día a día. El cuento es en parte historia real y parte mentira. A mi padre sí se le murienron dos hermanos en la guerra del Salvador y tambien tiempo despues, y ya en Canadá, fue atacado en un Macs (donde trabajaba los turnos de noche).

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