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El obispo y el párroco

Lento y patricio recorría don José la nave de la catedral. La mano se le iba al solideo y la mente a la conversación que tendría en unas horas con don ***, párroco de ****, de quien sus feligreses le habían dicho barbaridades, que estaban hasta el moño, en dos palabras. Que si don *** olía a vino mucho más de lo que las dos misas diarias autorizaban, que si se veía su coche cerca de casa de la Paqui a horas en las que no era presumible que se dedicara a asistir espiritualmente a la vecindad y que, para colmo, en las misas del pasado domingo se había encarado con los asistentes cuando se pasaba la bandeja y les había gritado:

-No quiero oír el ruido de las monedas, que sois unos roñosos, quiero oír el silencio de los billetes.

Eso era lo que realmente les había molestado, porque hombres somos todos, pero ellos daban lo que podían y nadie tenía por qué afearles o exigirles.

Don José estaba preocupado, otros párrocos le habían dado problemas, pero éste parecía tener siempre en la boca la palabra equivocada. En fin, ello se vería.

Dieron las cuatro en todos los relojes del piso al que se había trasladado su eminencia, harto de los gastos inútiles del palacio, que además era frío y destartalado. Las faldillas de la mesa camilla, un poco levantadas, dejaban salir el calorcillo del brasero eléctrico. Noviembre se había metido en agua y la ciudad, aunque cálida normalmente, tanto que las casas carecían de calefacción central, era inhóspita cuando llegaba el cierzo. Sonó el timbre de la puerta y el fámulo introdujo a don ***, el párroco. El obispo estaba cansado, cansado del aburrimiento del pecado, de la repetición sin imaginación de las tentaciones, de la pobreza mental de la diócesis, de la mezquindad de los buenos y la maldad de los malos, de la abulia de quienes no eran ni una cosa ni otra.

Pidió al párroco que se sentara. Sobre el tapete de ganchillo había un encendedor y un paquete de Ducados. Lo abrió y ofreció uno al párroco:

-Gracias, Eminencia, no tengo ese vicio.

Don José sintió subir por sus venas el fuego que convirtió en estatua de sal a la mujer de Lot:

-Porque no es vicio, que si no, también lo tendría usted.

Un gallo desorientado cantó en la cercana huerta.

Francisco A. Marcos-Marín, España © 2003

francisco.marcos.marin@uam.es

Francisco A. Marcos-Marín es catedrático de Lingüística General de la Universidad Autónoma de Madrid desde 1981, professore ordinario per chiara fama de la Università degli Studi di Roma "La Sapienza" desde 2002. Director Académico del Instituto Cervantes (1999-2001). Coordinador de los Corpus de Referencia de la Lengua Española Contemporánea en Argentina y Chile y del Corpus Oral del Español Centro-Peninsular. Responsable Científico de ADMYTE. Director del proyecto bilateral de cooperación hispano-argentino para la preparación del Catálogo de la Colección Foulché-Delbosc de la Biblioteca Nacional Argentina y su edición electrónica. Miembro de la Comisión del Diccionario del Español Medieval (Heidelberger Akademie der Wissenschaften.) Miembro Correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (2001). Miembro Correspondiente de la Academia Argentina de Letras (2002) Autor de más de veinticinco libros impresos, entre ellos: Poesía Narrativa Arabe y Épica Hispánica, Madrid (Gredos), Estudios sobre el Pronombre, Madrid (Gredos), El Comentario Lingüístico, Madrid (Cátedra), Reforma y Modernización del Español, Madrid (Cátedra), Literatura Castellana Medieval, Madrid (Cincel), Libro de Alexandre. Estudio y edición, Madrid (Alianza), Introducción a la Lingüística: Historia y Modelos, Madrid (Síntesis), Informática y Humanidades, Madrid (Gredos), El Comentario Filológico con apoyo informático, Madrid (Síntesis), Cantar de Mio Cid, (ed. crítica, versión modernizada, estudio y notas), Madrid (Biblioteca Nueva. Colabora frecuentemente con diarios españoles e iberoamericanos y servicios de prensa electrónica. Ha publicado poemas y cuentos o narraciones breves en revistas como Caracola o Papeles de Son Armadans, y los libros Odysseos, Florencia (Cadmo) 1999 y Lectura de su pluma, Madrid (Biblioteca Nueva) 2002. Coordinó programas retransmitidos por diversas emisoras de radio, como Radio Nacional Argentina y Radio Exterior de España, y ha colaborado en un amplio sector de programas de radio y televisión, para la British Broadcasting Corporation, el Discovery Channel, Antena3 TV, CNN+ o Radio Televisión Española, entre otros.

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