Ingredientes:
*1 lobo rojo (canis rufus).
*10 litros de agua.
*1 Olla de bruja (con todo y cucharón).
*Verduras verdes veraniegas (vertidas y verdaderas, a saber: jitomate, cebolla, ajo, palmitos, col, lechuga, apio, remolacha, papa, camote, espinaca, acelga, berro, berenjenas, pepino, pimientos, ejotes, zanahorias, chícharos, nabos, mandioca, coliflor, espárragos y elotes tiernos).
*3 cucharadas de sal al gusto.
*1 cuadro de Vinicius Alménides (de preferencia "Subderivación americana del comienzo del 4to. día de Mayo de 1823, 6 segundos antes del amanecer").
*1 copia del "Einstein on the beach" de Philip Glass.
*1 disfraz de lobo rojo hembra (o en su defecto, de "loba roja").
*1 jaula de oro (pero que aunque sea de oro, no deje de ser prisión).
*Sangre fría y calculadora (no vayan a conseguir una calculadora pendejos, me refiero a la sangre).
*1 Calculadora.
*1 Reproductor de cd`s.
*200 paquetes de baterías alcalinas AA.
*1 miembro de Green Peace (opcional).
*1 tornillo.
Procedimiento:
Antes que nada: lo del lobo rojo es porque la receta original así lo indica, ya que el caldo toma el color del lobo en cuestión. Si gustan pueden usar un lobo gris americano, pero el color del caldo será menos apetitoso...
Nuestro primer paso será vender todas nuestras propiedades terrenales: casas, autos, locales comerciales, etc. Abandonaremos la escuela o el trabajo según sea el caso. Nos despediremos de nuestros amigos por un tiempo indefinido.
Con el dinero obtenido, nos mudaremos a algún lugar en medio de los bosques del sureste de U.S.A., donde conseguiremos por unos cuantos cientos de dólares una acogedora cabaña enclavada en alguna hermosa colina. Es de suma importancia centrar nuestra atención en los consejos que el antiguo propietario de nuestra cabaña nos obsequie antes de retirarse del lugar, billetes en mano. Si nos advierte algo como: "¡¡Ahh!!, y por último: ¡¡¡Tengan cuidado con los lobos!!!", entonces estamos en el lugar correcto.
Los primeros días serán difíciles, pues se nos harán eternos entre conseguir la leña, matar insectos, reparar la cabaña, explorar nuestros suburbios, mirar el cielo como si fuera otra cosa y acomodarnos en la fría madera de los escalones. Pero con la primer visión de un lobo rojo, todo habrá valido la pena: comenzaremos a salivar desmesuradamente con las manos temblorosas frotándose entre sí y la mirada fija, roja como lobo... y la bestia nos escudriñará con esos ojos tan soñados, tan deseados... quieta desde su pelaje infernal... pero no perdamos la cordura, ya volveremos a encontrarnos con él mas adelante... por ahora sólo disfrutémoslo y marchémonos sigilosamente, pues a partir de ese día, se habrá firmado una especie de pacto de muerte: el lobo rojo nos desea y nosotros a él, es inevitable. Como estaremos en su territorio, tendremos fuertes desventajas: el lobo merodeará nuestra cabaña por las noches tratando de encontrar un pequeño resquicio en donde clavarnos los dientes sin piedad alguna... para eso, nos protegeremos usando los primeros ingredientes de nuestra receta: Tomamos el reproductor de Cd`s, le instalamos las baterías correspondientes y ponemos a todo volúmen el "Einstein on the Beach" de Philip Glass. Para cuando suene el track 5: "All men are equal" , nuestro lobo habrá desaparecido... apenas se podrá escuchar un leve aullido en las colinas vecinas; y es que no hay ser vivo que soporte más de 10 minutos de las crueles disonancias minimalistas del compositor post-modernista.
Sólo cuando le tengamos tomada la medida al animal, ya que hayamos estudiado sus movimientos, hábitos y horarios, podremos dar el siguiente paso en la receta: ENAMORARLO:
Nos ponemos el traje de Lobo rojo hembra y salimos al bosque a juguetear inocentemente... no pasarán mas de 15 ó 20 minutos cuando veremos a nuestro hermoso macho aparecer en la distancia... no debemos ser duros: démosle alguna señal de que nos sentimos atraídos por él y deseamos trabar relación con tan bello ejemplar...
Los lobos por naturaleza son osados, por lo que no tendremos problemas para un primer encuentro cercano. Aquí debemos ser pacientes, pues el proceso del cortejo puede tardar varias semanas, incluso meses. En este tiempo deberemos asegurarnos de que el lobo de verdad está enamorándose, lo que se nota fácilmente en el aullido, el brillo de sus ojos, la forma en que nos mira y esos detalles especiales... uno se da cuenta, vaya.
Serán semanas verdaderamente largas, puesto que mientras de día seremos lobas, de noche volveremos a nuestra guarida, esperando a que el lobo rojo aparezca para intentar devorarnos y al final ahuyentarlo con la música del maestro Glass. Pero entonces se llegará el día y lo curioso es que ni siquiera dependerá de nosotros: el lobo se empujará solo al vacío. Esa mañana nuestro macho exigirá que le demostremos nuestro amor sincero con la prueba mas inocente y pura: un beso de amor.
Entonces tras nuestro disfraz observaremos cuidadosamente el nerviosismo del lobo, y comprenderemos su desesperante espera de semanas, meses, años... sus ojos temblorosos y sus chillidos lastimeros con la cola entre las patas nos confirmaran que es el momento, y mientras acerquemos nuestra boca hacia la suya escucharemos su corazón palpitar aceleradamente, cada vez más... y cuando al fin nuestros labios se unan, la emoción llevará al lobo al paroxismo total... y lo desmayará.
Entonces deberemos actuar rápido: cargaremos al lobo sobre nuestros hombros y lo llevaremos a la cabaña, donde lo depositaremos en la jaula de oro y frente a él, el cuadro de Vinicius Alménides cubierto con una manta. NO NOS QUITAREMOS EL DISFRAZ TODAVÍA.
Mientras el lobo despierta, lavamos perfectamente todas las verduras y las picamos finamente en cuadritos. Prendemos unos cuantos leños bajo la Olla de bruja y vaciamos en esta los 10 litros de agua, las verduras ya picadas y lavadas y las 3 cucharadas de sal al gusto.
Por lo regular es en estos momentos en los que despierta el lobo. Confundido, no sabrá donde está y le costará un rato caer en la cuenta de que, irónicamente, ha sido llevado a la boca del lobo (en este caso loba, y roja). Dirá cosas delirantes como que por qué lo tenemos enjaulado si lo amamos... Cuando le respondamos: "pero es una jaula de oro, amor", nuestro animal por lo general suele espetar: "Sí, pero aunque la Jaula sea de oro, no deja de ser prisión"...
Como no parará de llorar y llorar su triste encierro, será preciso quitar la manta que cubre el cuadro de Alménides. Su pintura gusta mucho a los lobos, pues les brinda una esperanza infinita y dulces sensaciones intrauterinas ya empolvadas por la salvaje vida en el bosque... eso tranquilizará al lobo mientras el contenido de la olla llega a punto de ebullición.
Con los primeros hervores de la olla y con toda la sangre fría y calculadora que nos corre por las venas le diremos al lobo que lo utilizamos, que nunca lo hemos amado y que todo este tiempo nos hemos burlado de él y de su amor ridículo e inmaduro. Le mostraremos todas las cartas y poemas que nos obsequió a través de las semanas o meses que haya durado el romance, y las romperemos en su cara, para después dar los pedazos de papel como alimento al fuego del caldero hirviente... El lobo estará estupefacto, las lágrimas no dejarán de bajar por sus mejillas de pelaje rojo y gritará: "¡¡¿¿Por qué!!??". Entonces asestaremos el golpe final, diciéndole: "¡¡ Porque no te amo!! ¡¡Me das ascoooo!!", para después quitarnos lentamente el disfraz: primero la cabeza, después el resto de la botarga... todo sin perder de vista al lobo, que llevará sus patitas al pecho sintiendo una fuerte opresión en el corazón, para finalmente, MORIR DE AMOR.
Entonces sacamos al lobo de su jaula de oro, y aplicamos el Principio de Arquímedes con ayuda de la calculadora para evitar que se derrame algo de caldo sobre el piso de la cabaña al momento de meter al lobo en la olla. Ya estando adentro, se tapa la olla y se deja hervir por 20 minutos más; tiempo justo para darnos un baño decente por primera vez en muchos días mientras cantamos una o dos de nuestras canciones favoritas... Pasados los 20 minutos, se apaga el fuego y se deja enfriar el caldo, que deberá lucir apetitosamente rojo a nuestros ojos; con la carne suave y dispuesta que solo alguien que nos ama puede ofrecer.
Rinde 12 porciones. Se recomienda acompañarlo de arroz blanco y vino tinto.
El miembro de Green Peace sólo se ocupa si se desea sentir un poco de remordimientos. En este caso, se le invita a un plato del Caldo de Lobo Enamorado, ante lo que el activista reaccionará iracundo, echándonos en cara letanías acerca del futuro de la Tierra y el escaso número de lobos rojos que sobreviven en los bosques del sureste americano. Por lo general suele hacérsele muy poco caso... y algunas veces hasta termina por comerse el caldo.
Al terminar de comer se lavan los trastes, se tiran los huesos, se realizan las acciones pertinentes para abandonar la cabaña y se emprende el regreso a nuestro lugar de origen, para comenzar nuestra vida desde cero. Pero vale la pena. Así que disfruten de este manjar y ¡¡¡Buen provecho!!
¡¡Ahh!!, el tornillo es para que se lo metan por el fundillo.
Gracias.
Pablo Ybarra Robles, México © 2006
licenciadochuleta@hotmail.com
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