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COMENTARIO LITERARIO

En "Un día de febrero" la voz de un niño nos cuenta un día de su vida, la rutina de la vida familiar, el colegio y los juegos infantiles. Sin embargo, un acontecimiento del mundo de los adultos, un golpe de estado, interrumpe la continuidad de ese día que parecía iba a terminar como uno más de los intranscendentes días de infancia que el paso de los años amontona desdibujados en la memoria.

No sabemos en que ciudad de España transcurre el cuento, aunque por la descripción del patio del colegio, en el que "hace mucho frío para jugar a la chapas", nos imaginamos una ciudad de la meseta o del norte de la península. La fecha, en cambio, la sabe mos con exactitud: el 23 de febrero de 1981, el día del fallido intento de golpe de estado contra la entonces joven democracia española. La acción del cuento se desarrolla en los escenarios usuales de la vida de un niño: el comedor del hogar, las aulas de l colegio, el patio de recreo, el cuarto de estar enfrente del televisor, el dormitorio. Los personajes son también los del mundo de un niño: los miembros de la familia, los compañeros del colegio, los profesores. Sin embargo a este universo cerrado se a soman elementos de otras realidades distantes. Los libros de estudio le hablan de Alejandro Magno y su imperio de hace más de dos mil años, de las estatuas de Grecia, de un sabio renacentista que dejaba caer objetos desde torres. Esta otra realidad, en la que los ciclistas son de verdad y no imágenes en chapas, se infiltra en su vida diaria a través del televisor familiar, la gran ventana al mundo de más allá de la familia y el colegio. El televisor le trae imágenes de jóvenes gimnastas con poca ropa que contrastan con la abuela en su bata, que cada mañana toma su taza de leche. Antes de acostarse, el televisor le trae imágenes llenas de intriga, aventura, sexo y todo lo que no hay en su vida diaria de niño. Pero el televisor también trae a su vida imágen es contradictorias y amenazantes, que ponen en peligro el otro mundo excitante que para él representa la libertad.

"Un día de febrero" logra capturar con una mirada nostálgica el reducido mundo infantil en el que las pequeñas cosas diarias, el vaso de leche, el bocadillo con nocilla, las chapas, tienen todavía un aura fantástica que perderán al terminarse la niñez. La mirada inocente del protagonista mira todavía con detenimiento las cosas, las mismas cosas que el adulto ha visto mil veces y en las que ya no repara.

El cuento termina a la mañana siguiente del fallido golpe de estado. El protagonista, finalmente harto de las limitaciones de la vida infantil y, decidido a la vez a llevarse consigo todas las ilusiones de la infancia, anhela con todas sus fuerzas conve rtirse en adulto para poder realizar, del otro lado de la pantalla, todos sus sueños de libertad. De este lado, nosotros los lectores nos despertamos del sueño de infancia que el autor nos ha hecho revivir en su cuento.

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