Entrevistador-¿Por qué eligió la palabra derviche para el título?
Luisa Elena- La palabra derviches es el nombre de una agrupación religiosa musulmana que entra en comunicación íntima con Dios dando vueltas sin parar mientras rezan. Los niños del cuento juegan el juego de girar rápidamente en un columpio que yo misma jugaba cuando niña. Esa memoria me inspiró para elegir el término derviche. Ahora bien, los dervichitos del cuento no entran en
comunicación íntima con ningún dios, sino con la idea misma de que la
existencia en una miseria tan extrema no tiene salida. Ellos no tienen
dirección, ni futuro. Si logran sobrevivir la alta mortalidad infantil de su estrato social, lo más probable es que
crezcan para ser adultos sin educación ni futuro. Seguirán girando en
el mismo sitio hasta que mueran.
Entrevistador-¿Entonces, no hay solución al futuro desesperado de
estos niños pobres?
Luisa Elena- No. No creo. Si los gobiernos que tenemos en algunos
países de Latinoamérica siguen con sus prácticas obsoletas, visiones a
corto plazo y corrupción, entonces no hay solución.
Entrevistador-¿Por qué eligió escribir el cuento desde el punto de vista de los pobres, y no de
los ricos?
Luisa Elena- Creo que no quería que el lector viera el mundo de
los derviches solamente con los ojos de un rico, con asco, con indiferencia, con
estudiada capacidad para ignorar. Eso podría haber hecho la historia más
escandalosa quizás. Si miramos un poco con los ojos del derviche, veremos
que hay ternura, como las relaciones madre-hijo. Veremos que hay inteligencia, como la capacidad
para resolver el problema de cómo vengarse. Veremos, en fin, que hay
determinación, cooperación, e incluso algo de juego. Ellos son niños
normales, a pesar de las circunstancias de pobreza extrema. Por eso tenemos que
mirar por sus ojos, para que el lector no crea que los derviches son
fenómenos raquíticos y mugrientos.
Entrevistador-¿Es tan grande la diferencia entre pobres y
ricos en Latinoamérica como se presenta en el cuento?
Luisa Elena- En algunos países la diferencia entre el rico y el pobre se me hace
peligrosamente intolerable. ¿Cómo puede existir un niño sin educación, sin
atención médica, sin esparcimientos decentes, incluso
muriéndose de hambre, mientras que otra persona viaja desde
Centroamérica al Derby de Kentucky sólo por el placer de
apostar miles de dólares? Y ¿cómo pueden ser los dos ciudadanos de la misma
república democrática? La democracia todavía no madura en estos países. Estos son
hechos verídicos y cotidianos. Sí, en algunos países la diferencia económica
entre los estratos sociales es, desafortunadamente, muy ancha. En San Salvador es inimaginable, casi inexpresable. Por ejemplo, en la escuela pública es común que los niños acudan en la tarde porque tienen que trabajar (¡niños de sólo 7 años trabajando!). Se presentan sin comida y
piden limosna a sus maestros para comer cualquier cosa. En la escuela no
hay materiales, a veces ni tiza ni papel, y mucho menos un microscopio o una
computadora. Recuerden que ser pobre no sólo significa no tener que comer,
sino que la palabra pobre incluye el carecer de educación y salud adecuadas. En cambio, en la mejor escuela de San Salvador los niños tienen toda la tecnología y vacaciones
colectivas en Europa incluyendo a sus nanas.
Entrevistador-¿Qué significa la travesura de soltar las cucarachas el Domingo de
Ramos?
Luisa Elena- Creo que la repulsión y el asco que provoca este animal puede ser
tomado como una manifestación opuesta al empleo de las palmas en un Domingo
de Ramos. Los líderes de un pueblo deben guiar a los ciudadanos a lograr la felicidad y el desarrollo. En este caso, los niños de la clase dominante no pueden ser saludados con el
respeto de las palmas. Son saludados con cucarachas como una
expresión de rechazo a una oligarquía que no está funcionando en su papel de
líderes. Ellos son todo lo contrario de un mesías.
Entrevistador-¿Por qué decide utilizar una escuela religiosa en su cuento?
Luisa Elena- La vida en América Latina se enmarca en un oxímoron cultural sorprendente. Por
ejemplo, la magia negra y la religión católica se complementan. Esa es mi
mejor herencia. La coexistencia de lo imposible. Nuestra cultura incluye el
machismo, la magia, la religión y otras cosas menos beneficiosas, pero es
esta cultura la que alimenta mis escritos. No se puede dejar por fuera la
religión, que es el pan de cada día en Latinoamérica. Y si se quiere escribir
sobre Latinoamérica, entonces ¿cómo ignorarla?
Entrevistador-¿Escribe sus cuentos para entretener o para educar?
Luisa Elena- Los escribo como información y como advertencia. Mis cuentos dicen al oído: "¿te has
dado cuenta de esta realidad que esta delante de tus propios ojos?" Y
luego gritan: "¡Definitivamente, hay algo mal con esta situación!"
Entrevista realizada en 1999 por Beth Kennedy y Sara Todd, alumnos de español en Ohio State University, USA. Regresar al cuento