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Vuelta al origen

No sabía hacia dónde mirar. Acomodó su pelo rubio tras la oreja y rozó con el pulgar sus labios algo secos. Su cuerpo entero le resultaba algo incómodo y sus caderas parecían ser de otra persona al igual que los pies que no sostenían con naturalidad su peso. Tal vez debió ponerse unos zapatos menos altos y más sueltos, pero ahora sólo debe aguantar y esperar a que él llegue y nadie la descubra en ese lugar tan lejano de su casa. Ya han pasado varias horas y le resulta insoportable la espera. El peso de su cuerpo ha pasado de una pierna a otra y sus manos ya no controlan sus movimientos. Sería más fácil si fumara, pero nunca entró en ningún vicio, salvo dejar fluir su imaginación que sin querer le abre mundos irreales a los que no tiene acceso. Prefirió sentarse…es un alivio descansar el cuerpo luego de tanta tensión. ¿Qué está pasando? Es preferible seguir esperando y no desesperar. Que nadie desespere sería mejor, pero todo parece dudoso y seguramente entender esto no vale la pena. Esta historia me hace dudar si ella esperaba a alguien o si tenía la esperanza de que algo sucediera. Tal vez se atrevería de una vez por todas a dar otro rumbo a su vida y se daría la libertad de enloquecer sin licencias para ello. Con tal, nada estaría mal, porque no tiene vicios y lo que haga proviene de ella y no de vicios dominantes. Ya. Prefirió pararse y con fuerza rompió sus tacos contra la vereda, desabrochó los zapatos, anudó su pelo, dejó su chaqueta sobre la banca y con la cartera atravesada frente a su pecho comenzó a correr mientras lágrimas caían sobre sus mejillas y sus pasos se alargaban unos tras otros. De pronto sus brazos se hicieron más livianos y comenzaron a convertirse en largos pañuelos de seda. Sus piernas se acortaron simétricamente hasta desaparecer y las lágrimas siguieron cayendo y no dejaron de caer hasta que todo en ella se hizo más liviano, tan liviano que comenzó a desvanecerse. La seda se convirtió en finas tiras largas, las tiras en capullos, los capullos en gusanos y los gusanos en tierra.

Marcia Haardt, Chile © 2004

marciah@mi.cl

Marcia Haardt, siempre se ha interesado por la literatura y ha escrito cuentos y poemas desde su niñez. Piensa que la lectura abre mundos nuevos que al explorarse amplían el corto tiempo que tenemos de vida. Ingresó a estudiar Humanidades siendo adulta y aprendió en los cursos de literatura a leer a Borges y Cortázar, autores que admira y de quienes aprendió a valorar aún más las letras. Al leer, su interés siempre se centró en las personalidades de los personajes y de los autores, motivo que la derivó a estudiar Psicología, carrera que cursa actualmente y que busca complementar con el mundo de la literatura.

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