El viaje en metro o en tren nos obliga a estar en contacto cercano con gente que no conocemos y fingir absoluta indiferencia, una actitud antinatural que es parte de la civilización. Observar y hacer conjeturas es el único escape que nos queda. El sujeto observado en este cuento, supuestamente primitivo, parece sin embargo vivir en un mundo interior sin especulaciones que lo haría perfecto para esta vida moderna en que hemos de suprimir nuestros instintos.
Enrique Fernández, Canadá
Excelente cuento. Se nota un buen conocimiento de la arqueología y de la anatomía. Me hizo imaginar al sujeto saliendo del tren y encontrándose con la Lucy del Dr. Leaky en otra estación. Además, es un relato que nos hace pensar en el respeto por los demás. El imperativo de respetar la individualidad por encima de la curiosidad morbosa de la falsa ciencia. Felicitaciones.
Carlos Alberto Velásquez Córdoba, Colombia