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Qué casualidad que ni 10 minutos antes de leer este cuento estaba pensando que si algún día tengo un niño se llamará Pablo (por Neruda, claro). Lindo cuento. Espero ver más de esta autora.

Sara Eguren, USA, Perú se204927@wcupa.edu

Este cuento me recordó los interminables juegos durante tantas aburridas horas en mi escuela primaria, lo seductivo del asunto, el desafío, de nombrar y explicarlo todo ... y muchos años después, la inagotable frustración. En una segunda lectura, sin esfuerzo pude verlo todo sobre un escenario. Con un pizarrón, la voz por teléfono, la voz del marido (quizá detrás de una puerta), etc. Creo que funcionaría de maravilla, a manera de monólogo, pieza en un acto.

Carlos Hernández, hernandez-c@fosterhiggins.com

Aun cuando la autora no mencionara a Lorca en ningun momento, el cuento es Lorca. Es Lorca-María, es Lorca-José. No sé si Federico, que sólo va por el mundo de mano de la lorquiana María. Quiza por eso mismo, sí, es Lorca. Tu hijo, María Lorenzin es Federico-relato, de una manera harto literaria pero de una manera harto creativa, tu hijo Federico-relato te coloca como el personaje lorquiano mismo, nueva Maria Elena-relato-relatora. De que manera te metes en el relato para succionar un almibar que te convierte en relatora-relato y en creadora-personaje. Bien, sos lorquiana, entonces.
Sólo un punto me parece forzado: a cuento de qué llega Ernesto Guevara a confundirse con un Lorca que nunca fue revolucionario o tal vez sólo en la alteridad literaria. Y justo Lorca, un hombre de la libertad, asesinado por la libertad, en parangón con un dictador y asesino, un despota atildado para la escena cinematográfica.
Ese cuchillo de María, por favor, como reluce de pena en el momento oportuno. Y qué amargo resuena su final lorquiano.
Una observacion más. El cuento se va soltando a medida que avanza, crece, como si hubiera estado tanteando el terreno para saber dónde pisar con más firmeza. Domina, se nota, la mano del relator. Ese crecimiento no es sino posesion adquirida - bien adquirida, por favor - de la creación. El comienzo es duro, casi doctrinario y bastante antes de promediar comienza un baile de estilo, mágnifico.
Por todo ello, exclente, felicitaciones. Me alegro de haber encontrado la web y poder disfrutar de la frescura estrictamente literaria, en un momento en el que la literatura se posterga a otros propositos. Porque Federico es literatura, sin dudas. Horacio D. Rodriguez ,hrodriguez@interlink.com.ar

Maravilloso
Rosario, España, rnarcos@edu.juntaextremadura.net

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