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Todos los cuentos cambian cuando se leen la segunda vez y uno ve cosas que no ha visto en la primera lectura, en la que se preocupa en exceso en "entender la historia," en saber "qué cuenta". En este cuento nos damos cuenta al final de que Roberto es un loro y entonces lo volvemos a releer y es casi otro cuento. La historia sigue siendo la misma pero el cuento cambia. Todas las referencias al huésped Roberto (su llegada hace cuarenta años, lo poco que come, su repetición de las palabras, su tono monótono) cambian de significado y es interesante ver la habilidad con la que se cuenta la historia que permite la ambigüedad de las dos lecturas.
En la segunda lectura el loro se convierte en un testigo indiferente de unas vidas terriblemente normales y anodinas y por eso trágicas, con la intrascendencia, la vejez y la muerte como tema de fondo. La decisión de Roberto de morir puede verse como un rasgo humanizador del loro que, a pesar de su aparente indiferencia y falta de interés por los seres que le rodean, decide morir con ellos. Esta es la única nota optimista en este cuento tan pesimista en el que la soledad y la intranscendencia de la existencia humana es realzada por la indiferencia de Roberto.
Enrique Fernández

fernand4@cc.umanitoba.ca

Aunque no me gusta la resolución final, le falta la fuerza necesaria para cerrar el relato (es como si se pinchara, no sé si se entiende), es hasta ahora el mejor cuento que leí en "Proyecto Scherezade". El clima de paulatino abandono y decadencia, que se paraleliza con la idea de una decadencia familiar ligada (probablemente, imagino) a la sociedad de origen del autor, está asombrosamente logrado. Tiene un lenguaje muy cuidado, casi sin obviedades, esos lugares comunes que se supone "literarios" y en los que se cae (caemos) cuando no corregimos suficiente nuestros textos. Insisto por fin: el único defecto que le encuentro a este cuento es precisamente la falta de aquel carácter que los que han tratado de hablar sobre el cuento como género (Poe, Quiroga, Cortazar, por ejemplo) señalan como distintivo: un "asunto" que esté presente y vaya hilando con una cierta progresión dramática el desarrollo del relato. Donde el primer parrafo y el último actúen a la manera de paréntesis, encerrando una propuesta (aunque esa propuesta luego se vuelque o se abra hacia lo que queda fuera, y por eso uso el término "paréntesis"). Adelante, amigo Arango, la literatura ya esta muy cerca, y eso no es fácil de decir muchas veces.

Enrique D. Zattara, zattara@leader.es, España

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