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Las tres voces narrativas me parecen muy auténticas. Aunque el tema es muy común, el cuento engancha y no puede dejar indiferente.
José Luis Martín, España

Increíble, te hace pensar... cómo se plasman en tan corto espacio las 3 versiones de una misma situación, tan iguales y tan distintas a la vez. Debería hacernos pensar cómo tantas veces nos creemos en poder de la verdad... y sin embargo, existen tantas verdades como personas somos en este mundo.
Gema, Madrid, España

Me ha gustado mucho este cuento. Lo encuentro actual porque trata de sentimientos y esa particularidad del ser humano no pasa de moda. Este tipo de rupturas siempre perjudica a los hijos y se trata de manera banal en muchas ocasiones. En este relato los tres protagonistas están impregnados de tristeza pero sin duda es el menor quien ya apunta que esa separación de sus progenitores lo va a tener dividido toda su existencia y molesta mucho "sentir" cómo se siente ese adolescente bajo la "potestas". Gracias, Angel Montes por tu sensibilidad acerca de este drama que es el divorcio, siempre un fracaso y, con hijos, más.
Ana María Lezcano, España

Es una historia tan real como la vida misma en la que se mezclan situaciones de amor, odio, desconfianza y definitivamente: Tristeza.
La narrativa es perfecta pues se mete dentro del lector. Los sentimientos de los tres "protagonistas" están expresados con realismo y naturalidad y al final es el niño quien sufre las consecuencias de las desavenencias de sus padres, y a quien la tristeza le rodeará toda su vida.
Muy bien descritas las tres situaciones. ¡Enhorabuena por este relato y felicidades por ello!
PILAR MATEO, MADRID

Me ha encantado. El autor describe con gran sensibilidad los sentimientos de los personajes. Mi más sincera enhorabuena.
Cristina Mateo, España

Cuánto sufrimiento gratuito, cuántos contagios generacionales, heridas emocionales genéticas podrían curarse, cortarse y sanarse si aprendieramos a ESCUCHARNOS... ¿O es imposible y solo cabe entregarse a las propias emociones unilateralmente, como un mero engranaje del destino?
David, Aluche

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