Un carrito rojo, yo creo que es de bomberos porque tiene una escalera que mi papá dijo que es telescópica, pero no es cierto porque yo bien que sé que los telescopios son unos tubotes largos con vidrios de aumento que sirven para ver las estrellas de cerca, o eso dicen porque hace un año los Reyes Magos me trajeron uno y las estrellas se veían igualitas a como se ven así nomás, unos puntitos azules sin chiste y ya. Un carrito rojo, dos boxeadores de madera que con un botón se dan de cabezazos, de golpes no porque tienen los brazos siempre colgando, una pelota toda verde y toda redonda con una estrella blanca pintada, y un suéter horroroso y dos pares de calcetines más horrorosos, eso es todo lo que me trajeron los Reyes Magos este año. Mi papá dijo que ya estoy grande para eso, y que a lo mejor el próximo año ya no van a traerme nada los Reyes, pero Mamá y Abuelita dijeron que no, que todavía soy un niño inocente. Yo no sé porqué dicen que hay que ser inocente para que vengan los Reyes, porque a Jorgito el vecino, aunque mi abuelita dice que es el vivo diablo, los Reyes todavía le trajeron regalos, y ya es más grande que yo, y mi papá dijo que soy niño grande para los reyes. A Jorgito le trajeron una patineta, un carrito negro de control remoto que usa dos pilas en el carrito y dos pilas en el control, o sea que son cuatro pilas, y unas canicas metidas en una red que Jorgito acabó poniéndose en la cara para jugar a que asaltábamos un banco y matábamos a las cajeras y nos gastábamos el dinero en muchas canicas metidas en redes para jugar a los asaltabancos. De todos modos eso fue los primeros días nada más, porque después Jorgito se olvidó de la patineta y el carrito y las canicas, y se volvió a subir a la azotea con Alicia, como siempre hacían. Alicia también es niña grande, y Abuelita siempre dice que esa niña tiene la marca del diablo, y que de seguro va a seguir los pasos de su madre, aunque yo no sé qué pasos sean esos ni porque Alicia los tiene que seguir, aunque pensándolo bien Abuelita relaciona todo con diablos. A Alicia no le trajeron nada los reyes este año, ella dice que no pidió nada, y me iba a decir porqué, pero Abuelita le dijo que se callará, que no tenía porqué meterme ideas en la cabeza, y Alicia soltó su risilla y se fue a la azotea como siempre a jugar con Jorgito. Antes Alicia tenía una muñeca muy vieja y muy rara, vestida de negro con una ropa como de monja, que Alicia dijo que ella le hizo, pero yo creo que no, o quién sabe, porque de veras que la ropa de la muñeca es rara, como de monja, pero monja mala, yo no sé cómo explicar pero así es la muñeca y la ropa, negra y larga y rara. Antes Alicia jugaba con la muñeca, pero ya no, a veces todavía la jalonea por ahí, pero casi siempre está la muñeca arrumbada y Alicia se pasa la tarde con Jorgito en la azotea. Mamá a veces sube a tender la ropa allá a la azotea por una escalera que dice que es de caracol, pero no es cierto, porque yo bien que sé que no, que el caracol es un animal parecido a las babosas pero con una concha encima, y que con ese animal no se pueden hacer escaleras (los adultos siempre relacionan las escaleras con cosas que no son). Mamá sube la escalera esa con mucho cuidado y despacito, porque le da miedo lo alto, y le da miedo caerse, que yo creo que es el mismo miedo, el miedo de caerse y el miedo de lo alto, porque de lo bajito no le da miedo caerse. Alicia y Jorgito en cambio suben a la carrera, Abuelita dice que como ardillas, pero yo nunca he visto una ardilla subir por una escalera. Yo no subo porque Mamá dice que me puedo caer, y Abuelita no quiere que juegue con Alicia y Jorgito, además una vez subí y Alicia estaba esperando a Jorgito detrás del tinaco, y cuando me oyó subir se asomó, pero vio que no era Jorgito, que era yo, y me dijo Lárgate mocoso, aquí no subas, y yo me bajé corriendo por la escalera que Mamá dice que es de caracol y me fui a estar con Abuelita que estaba viendo la tele, y jugué un rato con el carrito de bomberos y haciendo que los boxeadores se dieran de cabezazos otro rato, y luego otro rato más sentado junto a Abuelita, que casi todas las tardes se sienta en su mecedora a ver la tele, y hace corajes cuando en su telenovela sucede que a la sirvienta bonita la insulta la patrona que es vieja y fea, y Abuelita se pone muina y dice Hay vieja maldita, pero ya pagará sus pecados cuando Dios la llame a Juicio, pero otras veces el hijo de la patrona besa a la sirvienta y entonces Abuelita suspira y dice Qué bueno, ojalá se la lleve lejos de esa vieja maldita y se casen y tengan muchos hijitos. Pero a mí a veces me aburre todo eso, y cómo no están mis papás ni la mamá de Alicia ni el papá de
Jorgito, pues tengo que jugar yo solito mientras allá en la azotea Jorgito y Alicia juegan a las escondidillas, aunque yo no sé como pueden jugar a las escondidillas allá en la azotea, si no hay nada más que la ropa tendida y el tinaco, y aunque Alicia es muy delgaducha no creo que parándose atrás del tinaco se pueda esconder bien, aparte de que Jorgito la buscaría allí primero, y ya no tendría chiste el juego.
Pero el papá de Jorgito le dijo a Mamá y Mamá le dijo a Abuelita y Abuelita me dijo a mí, que los dos, Jorgito y su papá se van a ir a vivir a otra vecindad, y Abuelita dijo que ojalá ese hombre siente cabeza, aunque no me imagino que quiere decir, a lo mejor que ponga su cabeza en una silla o algo así, pero no sé para qué Abuelita quiera que ese señor ponga su cabeza en la silla. Y fue de verdad, porque un día llegó un camión grandote y entre dos señores que trajo el papá de Jorgito, sacaron todos los muebles de casa de Jorgito, aunque no eran muchos, y los metieron al camión, y se fueron todos, y Jorgito me dejó regalada la red con unas cuantas canicas, y cuando se despidió de Alicia me pareció que ella lloraba, pero a lo mejor fue mi pura imaginación. Y ahora la casa de Jorgito está vacía, y tiene la puerta abierta, y yo me meto a jugar ahí mientras llega alguien más, porque adentro puedo jugar a los piratas y a los astronautas y a las canicas, aunque no tengo con quien, porque Alicia no quiere salir a jugar desde que se fue Jorgito y ahora sí se pasa las tardes con su muñeca, y me ve como con odio, y yo no sé por qué.
Un día estaba metido en casa de Jorgito, con la red en la cara, jugando a los asaltabancos, cuando de repente me asusté porque sentí que alguien entraba en la casa, no vi nada, fue un sentir así nada más, como cuando sabes que alguien está viendo lo que haces, como cuando te subes a la azotea o a cualquier lugar muy alto y sientes un frío en la espalda que te sube de abajo arriba, y llega a tu cabeza, y era Alicia que estaba parada detrás de mí, con su vestido rojo con pechera blanca con botones dorados, y entonces pensé que cuando andaba limpia era una niña muy bonita, y me dijo Qué haces y dije Jugando a los asaltabancos, ¿quieres jugar conmigo? y ella no dijo nada, sólo se me quedó viendo así, como si quisiera saber qué estaba pensando o qué tenía por dentro, y ya no dijo nada, sólo se fue caminando despacito y yo vi su vestido rojo con la pechera blanca y los botones dorados y volví a pensar que Alicia era una niña muy bonita, claro, cuando andaba limpia.
Pasaron muchos días, y ya la casa que fue de Jorgito la ocupó una señora que es sola y no tiene hijos, y se pone a platicar con Abuelita todas las tardes y ven telenovelas y maldicen juntas a la patrona vieja que sigue haciéndole maldades a la sirvienta bonita. Y Alicia a veces se pone a jugar conmigo, pero luego me doy cuenta de que lo hace de puro aburrida, porque no le importa si gana o pierde las canicas, y siempre está como pensando en otra cosa, y a veces se pone muy rara y me dice que suba con ella a la azotea, pero yo le digo que no porque Abuelita se enoja, y entonces Alicia se burla de mí y dice que soy un niñito bobo y que ella quisiera que fuera un niño grande. Hasta que una vez me molesté, me dolió eso que mi papá dice que es el orgullo, y le dije Vamos a la azotea Alicia, a jugar a las escondidillas, y ella me dice Espera, subo yo y en diez minutos me alcanzas. Pero cómo iba yo a saber cuándo eran los diez minutos, si no sé leer el reloj, entonces estuve dando vueltas cerca de la escalera, calculando que fueran los diez minutos, y cuando subí Alicia estaba detrás del tinaco como me había imaginado, y le dije Ya te encontré, pero ella dijo No tonto, no vamos a jugar a las escondidillas, vamos a jugar a otro juego más divertido que juegan los papás y los niños grandes, y tomó mi mano y la puso en los botones dorados de la pechera blanca del vestido rojo, que era el que estaba usando ese día, y entonces pude sentir su corazón que latía, tum tum, tum tum, latía, y Alicia acercó su boca a mi cara, cómo la sirvienta bonita hacía cuando besaba al hijo del la vieja fea y maldita, y pude oler su respiración, olía a sopa de fideos y los dientes de Alicia estaban sucios, pero acercó su boca a mi boca, y yo me asusté y cerré la boca, y ella quitó mi mano de los botones dorados, y me hizo tocar su vestido por debajo, y era cómo la sopa de fideos, pero diferente, y mi corazón empezó también tum tum, tum tum, y entonces sí abrí la boca y besé a Alicia porque había visto en la telenovela como hacerlo, y porque Alicia me tocaba como yo a ella, sólo que diferente, y entonces me dijo que la besara allí, en la sopa de fideos que mi mano tocaba, y era como besar una sopa de fideos pero diferente, y Alicia quería que siguiera besando bajo el vestido, y yo besaba, o mas bien hacía como que besaba, porque aquello no era boca, bueno, era como boca pero diferente, así algo baboso como los fideos, que me llenaba la boca de algo raro, yo dejé de sentir la lengua un rato, como cuando comes piña y la lengua se te duerme, y Alicia parecía contenta porque con sus manos me acariciaba la cabeza y me decía que siguiera así, que me la comiera toda, y entonces si pensé que eran fideos, porque quería que me lo comiera, y aunque a mí al principio no me gustaba, empecé a sentir algo raro, algo a la vez afuera y adentro del tum tum, tum tum, algo que era yo pero que no era yo porque me hacía querer seguir allí con mi lengua en los fideos de Alicia, y Alicia estaba muy contenta con que yo me comiera eso, aunque no tragaba nada, sólo bebía un poco a veces, yo no quería pero no podía dejar de tragar, y me puse rojo rojo, todo rojo y el tum tum, tum tum, en mi cabeza, en mi pecho y en mi cabeza que Alicia acariciaba con sus manos, con las dos manos así despacito, Sigue sigue no pares, decía, y no supe nunca que tiempo pasó, a lo mejor fueron diez minutos, o cinco, o uno, ya nunca supe, porque fue como si se borrara todo de mi cabeza y sólo estaba mi boca y los fideos de Alicia, Alicia Alicia Alicia Alicia Alicia y los fideos en mi boca, pero entonces subió Mamá y se puso histérica (eso lo supe después porque escuché a mi papá decírselo a su compadre, riéndose al contarlo, yo no sé porqué se reía, pero dijo así, que Mamá estaba histérica) y me bajó de allí gritándole a Alicia no sé que cosas, y luego cuando la mamá de Alicia llegó Mamá y Abuelita estuvieron mucho rato hablando con ella, y luego Alicia nunca volvió a salir a jugar y yo supe después que se la habían llevado a un internado, porque Abuelita se lo dijo a la señora que vivía en la casa que fue de Jorgito y su papá. Mamá lloró un poco al principio, no sé porqué, pero Abuelita le dijo que no, que no llorara, que yo estaba bien y que todo era por ese diablo de niña, y mi papá dijo que si le preguntaban, yo ya no era ningún niño inocente y que ese fue el último año en que me traían regalos los Reyes Magos. Yo no sé, pero ahora ya casi no me gusta jugar con el carrito rojo de bomberos ni con los boxeadores ni con la pelota, ni siquiera con las canicas o la red que me regaló Jorgito. Ahora me paso las tardes tristes, subido en la azotea recordando el vestido de Alicia con la pechera blanca y los botones dorados, aquel vestido que se me quedó pintado en la imaginación con el recuerdo dulce y amargo de la sopa de fideos. Aunque nunca me ha gustado la sopa de fideos. Creo que Alicia era, cuando andaba limpia, una niña muy bonita.
Esteban Molina, México © 2007
tapiocagogo@msn.com
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