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Los cuentos de agosto

En su corto relato Mariposa Dorada, el mexicano Carlos Hernández nos retrae a las ambigüedades de ese pensamiento casi mágico de la infancia, donde la realidad y el sueño forman ocultos significados que no podemos penetrar con la mirada adulta. Una mirada adulta que tiende a "organizar" el mundo incluso a pesar de sacrificar esa otra interpretación y recluirla en los cajones de la inmadurez. El relato, la letra escrita, aparecen aquí configurando una nueva forma de una vieja metáfora: el momento de ruptura en que indefectiblemente, empezamos -nos empiezan- a cambiar de mirada, y la primavera mágica se oculta en los rincones del inconsciente.

Carlos Miranda Levy, autor dominicano, accede a la búsqueda de otra magia: esta vez la de un sitio mítico donde el ser pudiera fundirse con el todo, una suerte de nirvana que puede también confundirse con el infierno. En sus dos relatos, La sentencia de muerte y El Valle de la Nada, nos conduce a esa búsqueda equívocamente deseada a través del sendero tradicional: el reconocimiento de la sabiduría esencial de un maestro, en este caso un viejo venerable de un remoto pueblo nativo.

El dilema de un día, de la peruana Amparo Tello, recuerda al "Axolotl" de Julio Cortázar: la protagonista hace equilibrio de identidades de frente al otro (en este caso una araña) que se presenta como un espejo de sí mismo, asumiendo la doble cara de un juego de identificaciones y traiciones.

Enrique D. Zattara
zattara@leader.es

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