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Gafas de sol en Baggie Beach

Llevaban 20 años casados y no era culpa de ninguno de los dos. El hastío se había apoderado de la pareja. Ya no había ilusiones, ya no había complicidad. Iban, por la calle, juntos pero separados por dos pasos de distancia. Él por delante, ella por detrás. Era evidente el signo de indiferencia al que habían llegado, puesto que ni siquiera ellos se daban cuenta de su separación.

Un desaliñado vendedor ambulante se paró delante de ellos y les hizo detenerse. Tuvieron que levantar sus cabezas para verle, ya que caminaban en silencio y cabizbajos. El intruso les preguntó que cuál era la razón de su distanciamiento. “No estamos distanciados”, le contestó el hombre mientras miraba sorprendido a su mujer, que volvió a bajar la mirada. Tras una pausa de observación y cuando ya el hombre iba a caminar de nuevo, el vendedor le insistió: “No entiendo por qué no quieren ver que se están perdiendo el uno al otro. Sus caras, sus gestos y sus acciones les delatan. Si creen que puedo ayudarles, mañana estaré aquí a la misma hora”.

El matrimonio siguió su camino pero, ese día, pasaron largas horas en casa analizando su estado. Coincidieron con el vendedor en que habían perdido la pasión y las ganas de compartir. Calcularon que hacía tres meses que no se besaban y llegaron a la conclusión de que se estaba muriendo el amor entre ellos sin que se dieran cuenta.

Al día siguiente acudieron a la cita con el vendedor de gafas de sol. Le agradecieron enormemente que les obligara a tener una conversación sobre su futuro. Este les dijo: “Yo sé la solución. Cómpreme dos gafas y llévenlas puestas los dos durante diez días seguidos. A lo largo de esos días aprenderán a ver la vida de otro color y cada uno deberá intentar enamorar al otro de nuevo. Al final, verán que al quitarse las gafas serán una pareja renovada y con ganas de volver a caminar de la mano y no uno delante y otro detrás”. Y así lo hicieron, le pagaron las gafas y le dejaron una buena propina.

Cuando se iban, la mujer comentó: “Ha sido una gran suerte conocer a esta persona y doy gracias por todo lo que nos ha ayudado”. Por otro lado, el vendedor, cuando ellos se habían ido pensó: “¡¡¡Hay que ver, lo que hay que inventar para poder vender gafas hoy en día!!!”

Luis Alberto Serrano, España © 2018

produccion@luisalbertoserrano.com

www.luisalbertoserrano.com

Luis Alberto Serrano es titulado en Realización de Audiovisuales y Espectáculos y, aunque nacido en Madrid, reside desde su infancia en las Islas Canarias. Terminados sus estudios, se adentra en proyectos de cine, televisión y publicidad, cosechando algunos premios con sus cortometrajes. A medida que fue creciendo su prestigio, aumentaron el tipo de proyectos que solicitaban su dirección. Su paso a las Artes Escénicas le supuso recorrer varios continentes e internacionalizar su proyectos. Todos esos contactos le sirvieron para realizar varios tours por México representando a artistas españoles. Siguieron las giras hasta que le encargaron dirigir un Musical sobre “La Movida Madrileña”, que estuvo dos años en cartel por toda España. Ahora, escribiendo su primera novela, alterna las tardes de escritura con los Relatos Cortos que publica en su proyecto FOTO+RELATO (www.fotomasrelato.com).

Pueden seguirle en twitter y en instagram: @luisalserrano
Y seguir en ambas plataformas su proyecto FOTO+RELATO: @fotomasrelato

Lo que el autor nos contó sobre el cuento:
Este cuento nace como parte del proyecto FOTO+RELATO y se escribió a partir de una fotografía enviada por el fotógrafo de República Sudafricana: Wayne Bisset. En la foto se ve un pack de 12 gafas de sol y, al fondo lejano un hilo de mar. Esto nos hace pensar que la acción se desarrolla en una playa. Con lo cual, fue fácil deducir que el protagonista de nuestro cuento debería ser alguien que porte esas gafas. Debido a vivir en una ciudad que posee una de las mejores playas urbanas de España )Playa de Las Canteras en Gran Canaria), desde niños hemos visto a inmigrantes vender esas gafas por la playa, con lo cual, era fácil escribir una historia basada en cualquiera de estas personas que, de vivir en la calle junto al público, desarrollan un instinto de supervivencia que quise reflejar en el relato.

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Otros cuentos del autor en Proyecto Sherezade:

  • El beso maestro
  • El contenedor

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