Los cuentos del mes de octubre se encuentran vinculados entre sí por el carácter obsesivo de sus búsquedas. El cuerpo, fetiche favorito de éste fin de siglo, es el protagonista central de Una operación y No sólo es cuestión de apariencia, mientras que a The Storm y Raso azul los emparenta una atmósfera onírica común, así como la utilización de imágenes poéticas de calidad. ¿Son los campesinos intemporales de Vámonos esos futuros emigrantes que dirigen sus pasos al norte, a la pesadilla que pinta "The Storm"? La respuesta la dará el lector.
El cuerpo, ese empaque distante que nos envuelve. El narrador de Una operaciónse extirpa con sorprendente frialdad un cuerpecillo que, por la fortuna de sus adjetivos y su función dentro del cuento, es casi un personaje. El doctor y la enfermera, apenas esbozados entre sus indicaciones y su asepsia, adquieren un cariz siniestro gracias a la economía de recursos con que son descritos. Entre ecos cortazarianos (recordé las "Instrucciones para tener miedo"), el mexicano Andrés Acosta aplica el bisturí de su palabra para hacer una fría disección sobre la conciencia, un poco utilitarista y un poco hedonista, de nuestros cuerpos en este final de milenio. Especialmente sobrecogedora es la siguiente metáfora: "Sostuve la aguja con la mano izquierda; la hundí gradualmente en la herida hasta sentir que pinchaba un cuerpo denso, como si hubiera picado una aceituna con un palillo".
También en torno al cuerpo, No sólo es cuestión de apariencia transforma el verbo "vestirse" en una obsesión artesanal. Con el cuidado de un orfebre, este moderno Narciso hace un recuento de su cuerpo, lo recorre palmo a palmo, lo viste y lo desviste en su imaginación buscando la fórmula adecuada para lograr una metamorfosis deslumbrante. De la imagen poética a la reflexión banal, los ojos del lector caen en la trampa y muerden el anzuelo de la seducción.
The Storm nos invita a un viaje interior. Lo que para Manuel era un día más en la esquina de la 128 y Park Avenue va a reventar en un cúmulo de imágenes poéticas en donde el autor superpone en distintos planos las obsesiones del personaje. Manuel está encerrado en una pesadilla como encerrado vive el inmigrante en tierra extraña. Hay una noche, hay un amanecer, hay un sol en el sueño, pero nunca un despertador, nunca una luz salvadora: la pesadilla es esa, no despertar (¿regresar?) jamás. La añoranza, encarnada en Ana, la amada que se quedó en Puerto Rico, sirve de pretexto para cerrar la metáfora de la nostalgia que es The Storm.
Vámonos es heredero de una vieja tradición oral del campo mexicano. Ecos de Rulfo y de la novela revolucionaria resuenan detrás de sus frases. La aridez del desierto en donde "ni víboras ni zopilotes" quedan, el lenguaje desgarrado y la pobreza hiperbólica de sus personajes, son elementos de desolación que sostienen la propuesta final: allá no se nos morirán los hijos, allá se vive mejor, vámonos para allá.
Por último, Raso azul nos cuenta la historia de una súbita pasión y de sus efectos sobre la simple vida de un hombre apegado a sus costumbres, en una historia no exenta de vívidas reconstrucciones de ambiente propias del más clásico costumbrismo.
Jorge Harmodio Juárez
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José Luis Martín
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