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Vaso de agua

“Si fueras un vaso de agua, yo te tomara”, solía repetir tu madre mirando de lejos; no la ancha cama donde estabas acostado intentado dormir con ayuda de los ansiolíticos; tampoco el viejo e imponente ropero que, por su anchura, cubría la mitad de tu cuarto; ni los libros que reposaban melancólicos al lado de la ventana. Ella miraba otra cosa: tu soledad, tu tristeza irreparable, tu corazón roto por el sol de la vida. Nunca le preguntaste por qué siempre repetía esa frase, llena de estremecimiento, que describía una inenarrable verdad. Siempre pensaste: ¿lo habrá leído en algún libro? Y te acordaste que, antes que aprendas a leer, ella te contaba y te leía los libros de Arguedas: otro desdichado, como tú lo serías después. Arguedas: que no sabía adónde pertenece, igual que tú. Su desgracia fue el doble; él no tuvo una madre que lo consuele, una madre tan guerrera que, al borde de su abismo, dijera: “Si fueras un vaso de agua, yo te tomara”. Una frase profunda y, a la vez, poética, pues poéticamente se deben decir las cosas importantes. En tu desesperación, compraste todas las ficciones del ilustre novelista y te pusiste, lupa en mano, a buscar -como un can busca su hueso perdido- esa frase que no puede ser de tu madre, sino salida de los tormentos del escritor. Esta de más decir que nunca encontraste esa frase y te diste cuenta que tu mamá quería, en su afán surrealista, reducirte a un vaso de agua para que ella dé sosiego a todo tu dolor y termine, poco a poco, con su propia existencia.

Ahora, sucede todo lo contrario. Quisieras, en tu afán alucinado, que todos sus males (que siempre la achacan, producto del paso de los años y el trabajo) los tuvieras tú; ninguna otra persona del mundo; solo tú. Y cargar sobre tu espalda, que aún es fuerte como un roble, todas sus dolencias. De manera que solo tú eres responsable de ella: toma, sorbo a sorbo, su agua -que, aunque parezca un oxímoron para ti, es dulce, inmaculada y, por supuesto, bendita-… hasta que el reloj deje de girar.

Alexander Campos Soto, Perú © 2024

acamsot@hotmail.com

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